miércoles, 17 de junio de 2009

GULLERMO ORCE REMIS 1917 1998




Nació en San Miguel de Tucumán en 1917 y cursó estudios de derecho y de letras. Se desempeñó como periodista en el diario La Gaceta hasta que en 1955 decidió trasladarse a Buenos Aires, donde fue funcionario de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad. Actuó en el Centro Cultural General San Martín y en el Museo Sívori.
Becado por el gobierno de Francia, vivió allí una larga temporada y cultivó la amistad con Julio Cortázar y otros argentinos residentes en ese país. Eximio crítico de jazz, realizó durante mucho tiempo la audición "Cincuenta años con el jazz" por Radio Nacional.
Su primer libro, de 1944, fue "Indecisa luz", al que siguieron "Poemas", "El aire que no vuelve", "En la luz perdida", "A la pequeña luz del nuevo día", que obtuvo el Primer Premio Municipal; "Algunas ausencias", y la antología publicada por la Universidad Nacional de Tucumán, "A través de la oscuridad".


Texto de la contratapa de “Metamorfosis”:


He aquí un hombre frente a su piano. Mejor dicho, tres hombres frente a la música y al problema de la creación. No sólo deben
ahondar en una obra dada, sino que deben proyectar el propio espíritu sobre ella; remover las fuerzas profundas que conmueven
a un intérprete.
Villegas y su piano ante una doble exigencia: Villegas está ante Chopin y tiene que crear, pero debe dejar vivir en la
creación la esencia de la obra. Y además, debe hacer jazz; dentro de ciertos límites, claro. Chopin ha dejado en los 24
Preludios algo de su torturado espíritu, rastros de su sangre; pensamientos, pasiones que todavía resuenan. Y en gran parte
de esta sustancia (pese a la improvisación que impone el jazz) tiene que llegar al oyente, debe sobrevivir.
Ya sabemos quién es Villegas frente al jazz, y también sabemos en Buenos Aires quién es Villegas ante la música de concierto.
Durante años ha penetrado pacientemente en los secretos de muchos compositores. Sin este requisito previo no es posible una
ejecución equilibrada. No se recrea un ambiente sin conocer sus caminos, sus senderos ocultos; sin poder vadear sus
torrentes, las grandes fuerzas anímicas que lo cruzan. Y ésta es una tarea de amor y de constancia.
Ahora, a este clima musical de los Preludios hay que fundirlo con el jazz; y algunos se preguntan ¿es lícito hacerlo? El
compositor ha dicho algo en su lenguaje personal; ¿se podría decir en otra forma? ¿Injertar variantes? El día y la noche, el
dolor o la alegría, la luz y la sombra que el creador incluyó en la obra ¿aceptan otro matiz? ¿Será la sombra más fresca, el
goce más intenso? Fabien Sevitzky me decía: "No veo inconveniente en que se grabe en jazz a los grandes maestros; todo es
música. E inclusive permite a los que ignoran estas creaciones que penetran en ellas, aunque sea obedeciendo a otro impulso".
Pocos días antes de la grabación, afirmaba un amigo: "¿Grabar Chopin", es una irreverencia. El problema no sólo es respetar
una partitura. La inclusión de un ritmo ya significa el falseamiento del espíritu con que se concibió la obra".
Yo aseguro que si algo se respeta en estas versiones de los 24 Preludios, es el espíritu; pese a habérseles añadido otro
matiz que sólo el jazz puede proporcionar. Jazz, sí, pero Chopin también. Aquí encontramos la melodía de Chopin, ésa tan
particular que no puede confundirse jamás con la de ningún otro compositor. Seguimos distinguiendo la frase melódica suelta,
sin violencias, sin sobresaltos; llena de seducción y de poesía. Todo su refinamiento armónico y melódico. Y las frases
aparecen, se esfuman, vuelven, giran, se oscurecen, se iluminan. Percibimos sus expresivos acentos.
Veamos qué más podemos descubrir en estos Preludios, al margen de una técnica. Jorge Sand asegura que algunas de
estas obras sugieren a la imaginación visiones de monjes difuntos y ecos de cantos funerales; otros son suaves melodías y le
fueron inspiradas en horas de luz y de salud, cuando oía, a lo lejos, el rasguear de las guitarras de Mallorca; otras son
profundamente tristes, y al tiempo que deleitan el oído desgarran el corazón. Ciertos críticos piensan que son breves ideas
musicales surgidas en cualquier parte, durante sus viajes, simples apuntaciones que esperaban un mayor desarrollo con el
tiempo. Admirablemente certera es la frase de Schumann: "Croquis, o si se quiere, ruinas; alas de águila desgarradas. Una
rarísima mezcla. Pero cada pieza lleva escrita su firma: Federico Chopin la compuso".
Sea cual fuere la realidad, queda en ellas la intensa poesía de un alma, de un hombre que amó y sufrió como todos los hombres
de su tiempo; como todos los hombres de todos los tiempos. Y en estas ejecuciones de Villegas encontramos realmente el
espíritu de los Preludios. Seguimos pensando, con Schumann: Chopin los compuso. Desde la energía que yace y se manifiesta en
el primero, o la tristeza del segundo, hasta el arrebato, la pasión que refleja el último. Y vemos cruzar a través de todos,
y sucesivamente, la alegría y el dolor; música sombría y agitada a ratos, con serenidad de ánimo otros; y afecto,
indignación, pasión. O simplemente un murmullo fluido y sensible; contemplación, febril angustia, confusión bélica. En fin,
el contrasentido profundo y coherente de un espíritu humano. Y todo está presente en este disco. El espíritu de Chopin.
Y frente a él, tres hombres: Villegas, López Ruíz, Casalla. Hombres del jazz, es cierto, pero también hombres de la música;
con profundo amor por la música, sin exclusiones. Me parece ver a Villegas en los instantes previos, sin nerviosismo, con su
responsabilidad. Gran responsabilidad, especialmente porque estaba frente a la sombra de Chopin. Y ésto es más grave, ya que
la sombra de un creador genial, del que nos separan años y años, suele ser más fuerte, imponer más presencia que la realidad
material de un hombre, ya que la sombra es el genio en estado puro, sin los desfallecimientos de la persona Chopin, hombre
está sujeto a todos los males terrestres. La sombra de Chopin es la figura ideal que hemos ido construyendo, sin peso, pero
terriblemente tiránica, sin los inconvenientes y traumas de la carne.
Creo que Villegas y sus acompañantes han triunfado antes las exigencias de esta sombra.Guillermo Orce Remis

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