sábado, 27 de junio de 2009

teatro Maipo , junio del 2008

pablo scenna bjo guit y direccion ; lalo scenna arreglos ; luis sirimarco piano ; nicanor suarez bass ; hernan avella bat ; rolando vismara , claudio cagegi , mauro montes de oca , trompetas ; hugo borgnia tbon ; osvaldo ricci blue blowing , scat ; julio juan alt sax ; orlando merli tenor sax ; juan klappenbach alt sax , clar ; juan lacruz baritone sax

Cuarenta años de jazz tradicional negro. A la vieja usanza. Esta orquesta es un prodigio musical imperdible. Con la atenta dirección del guitarrista Pablo Scenna (que ejecuta, también, el banjo con solvencia), pendiente de cada mínimo detalle de los suyos, ofrenda a los espectadores un concierto lleno de virtuosismo, con el marco ideal para sus presentaciones de un Teatro Maipo que cada día luce más bello.
El ritual comienza con los músicos ingresando uno a uno en escena, ensamblándose en forma sincronizada cada cual con su inmediato predecesor: se suceden así la batería, el contrabajo, el piano, los saxos (alto, tenor y barítono), el clarinete, las trompetas, el trombón y finalmente la guitarra de Scenna, para completar la formación base.
Puntapié inicial con Take the A train, de Billy Strayhorn (un clásico, escogido por los Rolling Stones para abrir su álbum en vivo Still life) y, a partir de allí, una recorrida por grandes canciones del jazz tradicional, abundante en solos instrumentales de lo más variados y lucidos diálogos de los vientos entre sí, con el piano, las cuerdas (estos muchachos todo lo hacen parecer fácil).
El director de la orquesta, entre una y otra interpretación, se hace tiempo para ponerle una cuota de humor a la velada, para explicar al público detalles de la afinación alternativa de una guitarra y llevarlo de paseo hasta el origen del jazz, sus recursos y sus instrumentos artesanales.
Mientras tanto, van subiendo al escenario distintos actores: Osvaldo Ferrer para cantar un par de blues muy sentidos, el miembro fundador (de la agrupación) Osvaldo Ricci, ejecutante del particular peine de viento, una verdadera rareza (“tocar bien el peine es como peinarse con una trompeta”, así lo introduce Scenna) y muy dúctil también al momento de cantar o bailar y, como aditamento extra, los lujosos invitados convocados para esta segunda fecha del 16 de junio.
El primero, el pianista Jorge Navarro, por carisma y por solvencia, se convierte prontamente en uno de los dueños de la noche: toca con el alma, a lo Jerry Lee Lewis, y culmina su número con un solo impactante. Es el turno de Ligia Piro, dueña de una voz maravillosa, especialmente propicia para la ocasión. Su vestuario, un tanto rimbombante, no le impide dejar alelado al público con su interpretación de Cry me a river, esa bella canción de Arthur Hamilton que hiciera famosa Diana Krall. Por último, el luthier Daniel Rabinovich irrumpe en escena para ejecutar un enorme y circense instrumento de viento, dotado de numerosas variantes orales y manuales, acompañado por el coro vocalizado de todos los integrantes de la orquesta.
Es un verdadero lujo para Buenos Aires contar con una agrupación del calibre de la Antigua Jazz Band, que no sólo aborda los distintos ritmos del jazz casi a la perfección, sino que también se anima a trasponer límites hacia la música country o el charleston (con un toque de color aportado por dos formidables parejas de bailarines), con oportunismo para el lucimiento de cada uno de los instrumentos. Potencia, sincronización y esplendor transmiten estos músicos que, se nota, disfrutan plenamente de lo que hacen y, lo que es más importante, gustan de compartirlo con el público.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/http://superloyds.blogspot.com/2008/06/antigua-jazz-band.html)


Somos especialistas en el estilo Ellington", dice Pablo Scenna, director de la Antigua Jazz Band. La orquesta formada por 14 músicos cumple 40 años y lo celebra con un ciclo (ver El dato), en el Jazz Voyeur. "Queremos conservar el sonido de Ellington sin necesidad de copiar los arreglos".

Scenna, que toca el banjo y la guitarra, tiene la misma edad que la orquesta. "Muchos de los nuevos integrantes conocimos a la Antigua desde siempre y empezamos a estudiar música por escucharla", cuenta. "Así que la emoción de que la orquesta cumpla 40 años no es sólo de los mayores sino también de nosotros que miramos hacia atrás y nos encontramos con que cada paso que dimos guarda alguna relación con ella".

La orquesta comenzó a sonar en el Cine Arte, pero rápidamente formó parte del elenco estable de la Botica del «ángel. Algunos de sus miembros fundadores fueron maestros de los más jóvenes y conviven con ellos en la formación actual. Allí están el trombonista Hugo Borgnia, el ahora arreglador y administrador Juan Carlos Scenna (el único integrante que no sube al escenario, tío del actual director), el trompetista Rolando Vismara, que desde siempre arregló para la Antigua y Osvaldo Ricci ahora toca peine y hace scat pero en otros tiempos fue tubista y también clarinetista. Esos miembros fundadores suelen contar que en los '70 vivían de tocar, tenían un sueldo. Después vino la depresión y se volvió complicado mantener una orquesta como ésta, que funciona como cooperativa. Esos primeros músicos eran en su mayoríaorejeros. Con el correr de los años empezó a acercarse a la orquesta gente con formación y ambiciones más profesionales.



¿Esas ambiciones guiaron algún cambio en el repertorio?

No. El repertorio varió con los años pero no tanto por una necesidad profesional, sino gracias a la disposición de músicos que traían una formación diferente. Muchas de las últimas cosas que hicimos -acompañar la despedida de Julio Bocca, formar parte de una producción con la bailarina Eleonora Cassano-, se lograron porque la orquesta tiene integrantes con una sólida preparación que pueden leer y sacar un repertorio rápidamente.



¿Consiguen hoy, como en los '70, vivir profesionalmente de la música?

Por supuesto que no es fácil vivir de lo que se gana dentro de una orquesta de este tipo. Pero cuando uno habla de profesionalización no sólo se está refiriendo al dinero. Uno busca resultados artísticos que los satisfagan. La experiencia de estar sobre el escenario haciendo esta música es muy especial; cuando todo suena bien uno empieza a perder noción del lugar en el que está, no siente ni frío ni calor, está en trance y el trance continúa, aun cuando el espectáculo ya terminó. Para nosotros, alcanzar esa sensación es tan importante como ganar dinero.

http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/espectaculos/c-00501.htm


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