Autopista Barilari
Guillermo Baltar
http://www.45rpm.com.uy/200811/10.htm
Músico por sobre todas las cosas, periodista y narrador, Elbio Rodríguez Barilari fue una de las personalidades medulares de la critica - y la cultura- uruguayas de los años 70 y 80. Sus artículos en la página de espectáculos de El País difícilmente pasaban inadvertidos. Controvertido y polémico, Elbio convivió entre el llamado de los sonidos y el de las palabras escritas. Hace una década que vive en los Estados Unidos, en la ciudad de Chicago. Semana a semana, su vigencia es perceptible a través del Suplemento Sábado Show de El País. “Encarando desde el Norte”, como titula su página, es por momentos un poderoso derroche de crispación y lucidez, un veedor atento de los picos y declives de nuestra identidad toda.
BIOGRAFÍA
Elbio Rodriguez Barilari, escritor, compositor y periodista uruguayo. Nacido en Montevideo en 1953. Reside en EE.UU. desde 1997. Ha vivido en Brasil, Chile y Alemania y se ha desempeñado como delegado cultural de Uruguay en el Mercosur. Tiene publicados cuatro libros de cuentos y una novela. Tambien participó de la novela colectiva ¿La Muerte hace buena letra¿ junto a Mario Benedetti y otros destacados escritores de su país. Escribe desde 1977 para el diario El País (Uruguay) y actualmente es Editor Jefe del semanario La Raza de Chicago, la más antigua de las publicaciones periódicas en español en EE.UU., y Director de la revista mensual Arena Cultural.
Hagamos un paseo por la autopista Barilari más reciente. Hace poco has estrenado en Chicago una obra para octeto, “Lincolniana”, que ha sido muy bien recibida por la crítica. Prosigues con tu actividad musical ¿sucede lo mismo con la periodística y la narrativa? Cuéntame un poco de todo esto.
“Lincolniana” es una obra para octeto, más un trompetista de jazz como solista. Fue un encargo que me hizo el Festival de Ravinia para comenzar las celebraciones por los 200 años de Lincoln. El solista es un jazzista impresionante que se llama Orbert Davis; el baterista es otro monstruo, Ernie Adams, que trabajó muchos años con Al Di Meola. Con ambos estoy colaborando también en otros proyectos, como una obra en varios movimientos que reúne una big band de jazz y una sinfónica. La versión sinfónica de “Lincolniana” la estrenaremos recién el 4 de julio de 2009 en el Festival de Ravinia.
De narrativa no estoy haciendo nada. La última vez que publiqué fue en el ‘94. Me pudrí del ambientillo literario uruguayo. Le tengo un gran agradecimiento a la editorial Banda Oriental y un profundo desprecio a ese ambientillo que se dedica a los chismes, a alimentar famas pigmeas y egos gigantes y a tratar de controlarse los unos a los otros, no sea que a alguno le vaya a ir bien de veras. Aparte de Benedetti y Galeano, los únicos que han tenido verdadera repercusión afuera, en diferentes momentos, son Enrique Estrázulas y Napoleón Baccino Ponce de León, y el ambiente literario uruguayongo ha hecho todo lo posible para fagocitarlos, para que nadie se entere. Periodismo… hago mi columna de todos los sábados para El País y algún artículo que me piden de algún diario o revista, en EE.UU., en España, a veces en Brasil. Poca cosa. Estoy completamente dedicado a la música, especialmente como compositor. Por suerte tengo muchos pedidos, tanto de obras nuevas como de presentar mis obras anteriores. Desde el 2002 todos los años hago cosas con el Grant Park Festival que tiene una orquesta sinfónica buenísima y un auditorio al aire libre para 12 mil personas diseñado por el arquitecto Frank Gary, una preciosura de auditorio. Trabajo con varias sinfónicas más y con grupos de cámara. También ha sido muy importante el trabajo con Paquito D’Rivera, asistiéndolo, haciendo arreglos y componiendo para su Orquesta Panamericana. Siempre admiré muchísimo a Paquito, y ahora poder trabajar con él es todo un privilegio. También tengo un grupo de cámara, el Ondas Ensemble, con el que colaboramos permanentemente. En general logré hacer lo que me propuse hace años, cuando volví de Alemania, y me plantee combinar la música “clásica” y “contemporánea” con las raíces populares latinoamericanas, mucho tango y bastante jazz. Todo lo que me gusta, digamos. También hago mucha música para teatro. Contando todo lo que hice desde que empecé en 1979 con Luis Cerminara, ya llevo compuesta la música para 46 obras de teatro. Aparte de componer y arreglar, soy el Director Artístico del Chicago Latino Music Festival. Este año tenemos 16 conciertos entre sinfónicos y de cámara, de música latinoamericana desde el barroco hasta ahora. También doy el curso de Música Latinoamericana en la UIC, Universidad de Illinois en Chicago, y lo disfruto mucho: el exilio cultural tiene sus compensaciones. Algunas de las obras que compuse y estrené en los últimos años: Para soprano, coro y orquesta: “Los Cantos”. Para orquesta: “Concierto para Bandoneón”, “Alturas de Machu Picchu”, “Canyengue Sinfónico”. Música de cámara: “Lincolniana”, “Tango para Beethoven”, “Canyengue”, “El sueño de Darwin”, “Bar Tok”, “Zappando (Homenaje a Frank Zappa)”.
Has tenido una intensa labor en el periodismo y en la crítica de nuestro país, sobre todo en los años ‘70 y ‘80. A través de tu página de Sábado Show de El País, “Encarando desde el Norte”, demuestras que estas informado de nuestra realidad. A la distancia ¿como cómo vives la incertidumbre del país, sus paisajes culturales, sus contradicciones?
Me fui de Uruguay en 1998. Sí, estoy informado y me gusta mantener ese vínculo que es la página de Sábado Show. Y me gusta que sea en una revista de ese tipo, de amplia difusión y hasta con chismes de la farándula. No me interesa predicar para el coro de los conversos, y tengo una muy mala relación con las camarillas culturosas montevideanas. Hace como veinte años que estoy en la lista negra de Brecha. Y todo porque no me someto a los dictados de ninguno de los pseudo papas y papisas de la mediocridad, ni le rindo pleitesía a los sacerdotes de ninguna capilla. Y subrayo: a ninguna capilla. Ni a los de la capilla estalinista en alpargatas, que quieren controlar todo con el chucu del “compromiso”, ni tampoco a los de la capilla neoliberal, los profetas de su Majestad el Mercado, que todo lo regula. La caída del Muro de Berlín dejó en orsay a los unos, la caída del Muro de Wall Street acaba de dejar en orsay a los otros, pero no sé si lo quieren ver.
La incertidumbre sobre el futuro del Uruguay me viene por tres lados. En primer lugar por la decadencia brutal de la enseñanza, que no es solamente un fenómeno uruguayo, es bastante internacional, aunque algunos países de Europa se van salvando. Seguidamente por la decadencia del entramado social que yo resumo en lo que llamo el “Tinellismo”. La tinellización de la sociedad siguiendo lo peor (y no lo mejor) de nuestros vecinos es una tragedia espantosa. Y en tercer término por la mediocridad brutal, y hasta la anticultura, de los tipos que el gobierno del Frente Amplio ha metido en cargos de poder cultural. No es que me sorprenda, más bien me lo esperaba. Yo soy un tipo que creció en la izquierda literalmente desde la cuna, y un día me tuve que ir de la izquierda para seguir pensando con cabeza propia. Ahora el nombramiento de Hugo Achugar es un hecho positivo. Hay que apoyarlo y ver cuánto aguanta, si es que aguanta.
En un reciente artículo citas a Jorge Abbondanza (1). Haces referencia a ciertos pensamientos que éste ha vertido en su columna. Abbondanza sostiene que las energías de los nuevos creadores, se vierten sin el adecuado marco de referencia y la debida caja de resonancias. Estoy de acuerdo, y pienso que los procesos intelectuales del país no tienen continuidad desde hace mucho tiempo, debido a la propia descomposición económica y social, y sobre todo educativa. Ha habido una emigración cultural importante, y a pesar de ciertos intentos, la ausencia o el empobrecimiento de la actividad “crítica” es una constante. Al no haber referentes parece que todo se genera desde la nada, y sin historia no hay sustento. Hay una actividad cultural que parece ser dinámica y múltiple, pero finalmente son resultados de una modernidad artificiosa, suspeditada a intereses económicos o meramente cronológicos.
En tu pregunta está contenida la respuesta: estoy completamente de acuerdo. En las décadas más recientes la crítica volvió a tener un auge cuando trabajábamos CONTRA la dictadura. Después hubo una tirada de chancleta general, los colorados trataron de captar gente hacia la derecha y terminaron creando un fenómeno abominable, cuyo peor ejemplo ha sido Gustavo Escanlar. Por el otro lado, la izquierda se encargó de dejar afuera a los disidentes y quedarse solamente con los sumisos y con los trepadores. Resultado: no hay referentes porque nadie les cree. Los artistas de todo tipo aparecen y van a seguir apareciendo, pero se han quedado no sólo sin referentes, sino sin testigos. Es muy doloroso. Si no hay alguien que observe, reflexione, registre y devuelva una imagen, está faltando un componente muy importante. Falta una pata, digamos.
Hay en el discurso de ciertos "periodistas" -o comunicadores- una prepotencia establecida, producto del conocimiento, del vaciamiento cultural de sus audiencias. Tú hablas de "Tinellización"(2), cosa que comparto, pero también hay una "Pettinatización" radial, por ponerte un ejemplo contundente. A este se le han sumado otros más recientes. No sólo hemos sido colonizados por lo peor de la Argentina, sino también por aquellos peores exponentes de nuestra uruguayez.
No conozco la trayectoria de Pettinati, no puedo comentar al respecto. Lo escuché un poco por radio, hace muchos, muchos años, después le perdí la pista. La tinellización existe y es lamentable, y para mí su peor ejemplo criollo ha sido Escanlar y los que le dieron vida. Para mí la uruguayez no es el problema, sino lo uruguayongo.
Escanlar comenzó a trascender a partir de un concurso periodístico del Semanario Brecha, el cual ganó. La actualidad me dicta que son otros los actores nocivos, los testaferros de la banalidad periodística. Muchos integrantes de la izquierda -aún cuestionándolo – reconocen, en voz baja, que éste ha dicho un par de cosas que la izquierda debería haber dicho en su momento…
Creo estás tratando de desmarcarte, por solidaridad generacional con él, de las cosas que yo dije sobre Escanlar. No sé quiénes reconocen qué en voz baja. Las lacras que afectan desde hace mucho a la cultura a nacional y a sus hábitos, otros las hemos denunciado desde hace mucho y en voz alta. Te cito a Ruben Castillo, Abbondanza, a Coriún Aharonián, a Alicia Midgdal, al Corto Buscaglia, a Héctor Manuel Vidal, a Víctor Cunha, a Elder Silva, al Macu, a Gabriel Peveroni. Escanlar ha sido nada más que un trepador al amparo del tinellismo ambiente, un plagiario comprobado y un “insultor” que más de una vez se ha tenido que tragar sus palabras y salir a pedir perdón. No me hagas hablar.
Cuando analizas los libros de Coriún Aharonián, “Músicas Populares Uruguayas” (3), y de Wynton Marsalis (4) y reparas de "donde venimos los uruguayos y los estadounidenses", est{as planteando un estado de situación de las cosas (5). Problemática que se percibe claramente, pero que en Uruguay se aborda desde una dialéctica insistente y una retórica añeja. Cuando Marsalis habla de "una cultura devaluada", su visión es tanto musical como social y moral, y apunta hacia aquellos resortes, vinculados –diríamos- a la “dominación de las masas”.
Marsalis no habla de la “dominación de masas” sino de la degradación que los mercachifles de la industria hacen de la música popular. Lo interesante es que no le quita responsabilidad a los artistas: si te vendés y hacés una música de porquería con un mensaje de porquería, como el 99% del hip-hop, también vos tenés la culpa (6). Marsalis es negro, tiene 49 años y es tremendo músico, hace mucho no sólo por el arte sino por la educación. Tiene toda la autoridad para criticar, y está desesperado por el suicidio cultural y social que significa el hip-hop para la comunidad negra en los Estados Unidos. No hay educación que pueda contrarrestar el peso de canales y radios pasando 24 horas canciones que son una apología de los valores lumpen, el proxenetismo, la prostitución, la violencia, la droga y la riqueza a cualquier precio. Y ojo que a los mexicanos les está pasando lo mismo con los famosos narcocorridos. Son cosas que van en contra del tejido mismo de la comunidad. Es parte de una cultura en donde, el año pasado, 28 estudiantes de las escuelas públicas de Chicago fueron asesinados en líos de pandillas. Y este año se estima que van a ser más de 30.
Cuando analizas el libro de Coriún, y el planteo que haces de las vanguardias, de la atonalidad, de los contrapuntos, estás detallando, una atmósfera que en el país (para muchos), termino siendo asfixiante. (No sólo en la música, se acentuó cierta radicalidad también hacia otras ramas artísticas). Es cierto que se expandió la noción de "texturas", pero la sola invocación del "swing" o la armonía era casi asumida por el desprecio a lo burgués. Creo que había un exceso de nacionalismo en la música. Así como el rock fue despreciado y denostado en los ‘70 y en los ‘80, hoy (convertido prácticamente en inocuo) se asume con cierto aire triunfalista su consolidación como género en Uruguay. Sin embargo, este año no hay Pilsen Rock, ni la Fiesta de la X. Salvo los tres grupos que venden en el exterior, las otras bandas han llegado a su techo. La argentinización también ha empobrecido al rock nacional, tanto a través del rock barrial, como el festejo gratuito de la masificación futbolera, o la mitificación del "aguante" villero. Hay singularidades, pero volviendo a lo de Abbondanza, pocos tienen el peso de la historia, como sí lo tienen aún muchos argentinos.
Mmm… me da la impresión de que los prejuicios contra el rock, que me tocó sufrir en carne propia, y el tema de la “dictadura” de las vanguardias en la música contemporánea, son dos cosas completamente distintas. Una cosa venía del lado del populismo, y la otra del lado del elitismo. En cuanto al rock nacional, de todas las épocas, y con todo el cariño que le tengo, creo que ha estado un poco sobrevalorado. Y no me cabe ninguna duda de que el rock argentino ha estado completamente sobrevalorado. Sólo un género muy carente, y más que carente, paupérrimo, puede haber convertido en ídolos a mediocridades totales como Charly García y Fito Páez. Por favor. A mí dame a Spinetta y a Prodan. No tengo más nada que decir sobre lo que vos llamás esa "fiebre" de nacionalismo en el arte. La verdad, los que rompían los cocos con eso eran cuatro gatos locos que hacían mucho ruido sin ningún efecto práctico. Nadie dejó de hacer rock por lo que dijera Lopecito en Radio Rural o algún otro troglodita.
Con el transcurso del tiempo ¿cómo ves ahora el libro “Aquí se canta”, que escribieras junto a Juan Capagorry (7)?
“Aquí se canta" fue un libro para el momento. Fue un libro hecho en colaboración, muy entrañable y afectuosa, por un veterano del arte popular, como el poeta Juan Capagorry y un tipo como yo, un músico joven recién estrenado como periodista. Fue el primer libro, bajo la dictadura, en el que se habló de la música popular de esa época. Es un libro de pelea, un libro para decir "acá estamos, aquí se canta" a pesar de todo. Había gente que no podíamos nombrar porque si no el libro era censurado. Y no queríamos que fuera censurado por nombrar a Zitarrosa, a Viglietti y a Los Olima, que estaban afuera, porque el tema del libro, y los que necesitaban el libro, eran los que estaban adentro, cantando y haciendo lo que podían en Uruguay. Eso fue perfectamente entendido, o sobreentendido, en el momento, y explícitamente aprobado luego, en mi caso, en conversaciones con Zitarrosa y con Braulio. Es más, a Zitarrosa tuve la satisfacción de poder darle el libro en mano en su casa de México. Es un libro al que quiero, por todo lo que pudo llegar a significar en ese momento, pero es también un libro modesto, que no hay que sobre dimensionar. El problema es que aparecen tan pocos libros sobre música uruguaya que cada libro se vuelve definitivo. Ojala pudiéramos haberlo hecho mejor y más abarcador.
Qué se puede esperar de un país donde la cultura es accesoria… Pocos son los artistas nacionales pueden vivir de sus obras, específicamente por la repercusión que tienen en el exterior. Siempre llegamos a la misma complacencia, “estamos en Uruguay”, y así nos quedamos, sin “esa caja de resonancias” de la que hablaba Abbondanza. Darnauchans termino con una “pensión gracial”, Taco Larreta acaba de subastar casi la totalidad de sus pertenencias. (Hace poco han aceptado que los actores nuevamente comiencen a cotizar en la seguridad social). ¿Cómo se puede concebir un país donde la cultura y la educación continua estando en los confines del interés gubernamental, por más que dialécticamente parece no ser así?
Yo fui a la Escuela Experimental de Malvín, al Liceo Piloto y al IPA. Disfruté de lo mejor de la educación pública uruguaya, laica, obligatoria y gratuita. La cosa se empezó a desmoronar por dos causas fundamentales: la indiferencia del centro y de la derecha, y la manipulación de la izquierda. Todo el espectro político contribuyó a la decadencia de la educación. Pacheco y luego los milicos quisieron castrar a la educación, pero con los malos profesores de izquierda, que enseñaban propaganda, y las huelgas hasta para ir al baño, la izquierda también tuvo una responsabilidad enorme. A la enseñanza la fueron acogotando los excesos de ambas partes. Se terminó la dictadura, volvió la democracia, y la cosa cambió muy poco. La reforma de la educación de Rama, que tenía sus aspectos positivos, no funcionó. En parte porque los gobiernos nunca pusieron la plata que había que poner.
Ahora hay un gobierno que se dice de izquierda, la educación sigue cayendo en picada y a mí que me perdonen, pero las “reformas educativas” que he visto hasta ahora serían un risa, si es que no dieran ganas de llorar. Todo el espectro político fue culpable, de una manera o de otra, en la decadencia de la educación. Para mejorarla, tienen que participar todos, tiene que ser un esfuerzo nacional. Un esfuerzo económico y un esfuerzo intelectual. Además, para mejorarla va a haber que tener mucha creatividad e imaginación. No alcanza con enseñar inglés y computación, como dicen los optimistas neoliberales. Y no alcanza con que el “Japo” Alvaro Rico y otros historiadores rescriban la historia. Va a haber que tener imaginación y preguntar por ahí a los países que tienen más éxito con la educación a ver cómo se hace. Los chiquilines ya no son los mismos y ya no aprenden de la manera que aprendíamos nosotros, aprenden de OTRA manera, por otras vías. Necesitamos que aparezcan los José Pedro Varela y los Alfredo Vázquez Acevedo del siglo XXI.
NOTAS
(1) “Como lo denuncia nuestro Jorge Abbondanza, las energías de los nuevos creadores e intérpretes uruguayos se vierten sin el adecuado marco de referencia y la debida caja de resonancia”. Sábado Show –13/9/2008
(2)”Con escandaletes como los de la Intendencia de Maldonado, la cárcel de Maldonado y la conferencia de prensa del libro del presidiario Gaby Álvarez, el departamento está haciendo méritos más que suficientes como para ser sede de la corte real. Digo yo: ¿qué diablos hacía el jefe de policía Eduardo Martínez presentando el libro del recluso VIP junto a la traqueteada Sylvia Klemensiewicz? Esto no lo explica ni Magoya y Peteco juntos. La única explicación es la ‘tinellización’ del Uruguay. Hacer cualquier cosa con tal de salir en la tele. Especialmente en el departamento más afectado por la gangrena de la farándula porteña y la sarna de los paparazzi. Si los fernandinos le dieron las llaves de la ciudad a un impresentable como Jorge Rial, no es de sorprender que le hagan conferencias de prensa con el Jefe de Policía incluido a un reo del jet set, como el Gaby Álvarez”. Sábado Show – 20/9/2008
(3) “Músicas Populares Uruguayas”. Selección de artículos y conferencias de Coriún Aharonián, publicadas y realizadas entre 1982 y 2000, revisadas recientemente. Editado por la Escuela Universitaria de Música.
(4) “Moving to Higher Ground” (Moviéndose hacia un terreno más alto). Wynton Marsalis – Geoffrey C. Ward. Random House – 2008.
(5)”Aharonián y a Marsalis les preocupan las mismas cosas. De dónde venimos, uruguayos y estadounidenses, musicalmente y a donde vamos. Sus lecturas del pasado se parecen. Revaloran los productos de la cultura popular y execran lo que la industria ha hecho con ellos, la más de las veces. Pero sus repuestas en cuanto a la música del presente y, especialmente, la del futuro, no pueden ser más distintas”. Sábado Show – 27/9/2008
(6) “Fue más fácil (para la sociedad de Estados Unidos) ver como el swing, la danza nacional, desaparecía; fue más fácil ver nuestra cultura musical devaluada y exportada a todo el mundo como telón de fondo para vídeos de trastes sacudiéndose y que celebran la riqueza. Fue mucho más fácil definir la innovación musical en términos de tecnología, ventas de discos y patología callejera”. (Marsalis Dixit) Sábado Show – 27/9/2008
(7) “Aquí se Canta”. Canto popular 1977-80. Elbio Rodríguez Barilari y Juan Capagorry. ARCA Editorial. Montevideo 1980.
Si el lector quiere profundizar en los extractos citados, estos pertenecen a los artículos: “Otro dedo en el mismo ventilador” 13/9/ 2008 - Sábado Show, El País. “Que semanita esta semana” 20/9/2008 - Sábado Show, El País. “Con la música a todas partes” 27/9/2008 – Sábado Show, El País.
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