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viernes, 27 de marzo de 2020

Carlos Balmaceda y "The Jubilee Stompers",1968


"Es una mole construida en piedra, sin techos ni ventanas. La gente lo bautizó El viejo molino, pero nadie sabe si alguna vez tuvo aspas y fabricó harina. Hubo empeñosos que intentaron descubrir su historia y fracasaron: desde entonces, muchos le adjudican un fantasma, cobijado entre los pliegues irregulares de las paredes. Está a unos cinco kilómetros de la ciudad de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires, y a media legua del célebre penal de Sierra Chica. Hasta hace 15 días, ese paisaje —que se redondea con una cantera abandonada; con el brazo menor del río Tapalqué y las sierras de Loma Negra— sólo recibía la admiración de media docena de pescadores, que aprovechaban la sombra de la tapera para entretenerse los fines de semana cosechando bagres, guajitos y gobios.
Tanta paz se quebró al atardecer del domingo 10, cuando la tuba de Carlos Balmaceda comenzó a tronar los primeros compases de un blue; enseguida se le unieron los otros cinco músicos de The Jubilee Stompers, para regocijo del centenar de conjurados que escuchaban en silencio desparramados frente a la cantera. "Es un magnífico auditorio natural de excelente acústica —se alegró el ingeniero Mario Garrone (47 años, casado, un hijo)—; desde 150 metros se oían perfectamente los solos del banjo." Tres meses atrás, un amigo le habló del lugar y se entusiasmó en la primera visita: "Recordé las funciones de ópera que vi en las ruinas de las termas de Caracalla, en Italia, y pensé que aquí podría montarse también un espectáculo." El empecinado Garrone se lanzó a concretar la idea pese a los sinsabores que tuvo que enfrentar el año pasado, al organizar exposiciones plásticas en Olavarría; los trabajos del novel pintor Daniel Melgarejo desataron la condena de la Intendencia y una polémica en los diarios locales. "El escándalo sirvió, al menos, para demostrar que en la ciudad hay muchas inquietudes artísticas", se consuela ahora el herético ingeniero."






"La vocación por rescatar El Viejo Molino para "una buena causa" germinó; algunos preocupados por el arte pensaron, inclusive, importar un conjunto teatral porteño. Por fin, se decidió aprovechar la presencia del sexteto jazzístico —contratado por la Municipalidad— para formalizarle un sonoro debut al nuevo templo. Una docena de partidarios fueron ganados por la jam session improvisada en el restaurante El Ajito, ubicado junto al balneario; los parroquianos del comedor eran clientes propicios: allí gustan congregarse los enemigos de la formalidad, divertidos por la costumbre de los dueños: ellos eligen la cena de sus huéspedes.
La tarde del concierto, una caravana de automóviles transportó a los feligreses. "Allí intimaron fans del jazz que resolvieron fundar un club en la ciudad; traer a otras orquestas e intentar un conjunto olavarriense", narró Garrone.
Los músicos quedaron entusiasmados, y en Buenos Aires, cavilan sobre la posibilidad de organizar, en el original escenario, un Festival al estilo del de Newport, en USA."

("Milagro en el Viejo Molino",publicado en "Primera Plana" el 19 de marzo de 1968)
Gracias : "Magicas Ruinas".

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