Absolutamente. A tal punto que tengo registrado en mi memoria que el impacto que me produjo no lo volví a vivir nunca más en mi vida y mire que con la música me ha pasado cosas muy fuertes y he tocado con los más grandes y me han provocado intensas sensaciones. Pero jamás nunca nada fue como eso. Fue un descubrimiento. Recuerdo que me levanté de la mesa, me dirigí hacia el combinado que era un mueble enorme, y le pregunté a mi hermano: ¿Qué es esto que está sonando? Y mi hermano, que ya escuchaba música me explicó que “eso” era jazz. Quedé electrizado. Mi hermano, siempre comprensivo, apareció luego a los pocos días con unos discos de acetato 78. Estamos hablando de los principios de los años ´50. Me trae unos discos de Louis Armstrong, Duke Ellington, Benny Goodman, es decir, me trae un muestrario de los más grandes de aquellos momentos. Y por supuesto, me trae el disco que me había volado la cabeza y que era Bob Crosby y se llamaba “Jazz me entristece”. Y en eso aparece un disco MGM amarillo, de un tal Buddy de Franco, pero que de entrada no me gustó mucho. Claro, estaba tocando el jazz moderno y que fue el gran corte que hubo en el jazz en los años de post guerra. Y esta gente comenzó a tocar de otra manera aunque sus raíces hayan sido las mismas. Lo escucho y lo tengo a la distancia. Lo que yo escuchaba era Benny Goodman y Louis Armstrong. "
"Usted tocó en 1980 con Buddy de Franco, el del disco amarillo, aquel iniciático, que le trajo su hermano… -Sí. Y con esto cerramos el círculo. Un señor lo contrata en 1980 y a esa altura, vale la aclaración, De Franco era ya un ídolo total para mí. Ensayábamos en el Colón y en un alto, tomando un café, me animo y le relato esa historia. Se emocionó, me abrazó e hicimos unos conciertos extraordinarios. Porque eso es el jazz, es la sintonía con el otro, es la vibración, es captar lo imperceptible. Lo mismo me ocurre con Clark Terry, a quien escucho desde la adolescencia y lo conocí cuando él tenía 78 años cuando tocamos en Punta del Este. Con ellos, como con otros, la música fluye. Es un fenómeno difícil de explicar. Lo imperceptible nos guía, somos como antenas que captamos una onda y que baja por nuestros cuerpos y se hace sonido. No es una cuestión paranormal sino mágica, que me fascina, me hechiza, me emociona y me lleva a trasmitirlo..."
(*)Publicado el 22/08/09 |“Gualeguaychú fue una influencia decisiva en mi formación musical”
(https://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/61038/entrevista-a-jorge-navarro)
Segundo concierto:27 de noviembre de 1980
No hay comentarios:
Publicar un comentario