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sábado, 26 de septiembre de 2009

zurdo ROIZNER


por Gabriela García

Corren los años ’70 en Mar del Plata. Vinicius de Moraes menea el vaso de whisky que lleva apoyado en el zapato, sonríe a la minina que se balancea a contraluz. Y canta al ritmo de la guitarra de Antonio Pecci (Toquinho). El REC de la grabación del show de “La Fusa” está encendido. Serán más de 10 horas de encierro para un disco que hasta hoy se vende en todo el mundo. En la placa, la voz aterciopelada de María Creuza y María Bethânia se mete en la piel como afrodisíaco. En las sombras, la batería del “Zurdo” Roizner –el flaco argentino que hace seis años forma parte de la banda The Nada, de Kevin Johansen– lleva el pulso de “Tarde em Itapoa”. El golpe de sus baquetas sale como si se perdiera en las caderas de las garotas de Ipanema.

“Vinicius es un tipo al que siempre vamos a extrañar, porque se fue antes que todos. Podría haber estado con nosotros 100 años más y hubiera sido igual de fresco y genial. Era un hombre sabio, simple. En las grabaciones no faltaba su botella, el vaso y el cubo con hielo”, recuerda el batero desde su departamento de Buenos Aires.

WHISKY Y PROMISCUIDAD

Enrique Roizner tiene actualmente 67 años. Tez morena, pelo largo y cano. Antes de montar la batería con la que llegará a Chile junto al transandino de “Down with my baby”, tuvo un largo affaire con el violín, instrumento que tocó desde los 8 a los 12 años. Hijo de una familia modesta, al perder a su padre siendo un quinceañero, tuvo que salir a trabajar. Fue en ese momento de crisis cuando decidió que quería darles a los tarros. “Me gustaban los norteamericanos Buddy Rich y Gene Krupa, que eran bateristas legendarios. Recuerdo que los veía en películas, en filmaciones de orquestas y me entusiasmaba tanto que dije: quiero tocar esto”, afirma con su voz ronca.

Si bien no tenía la técnica, los años de violín le enseñaron al Zurdo a leer música. Eso hizo que el veinteañero se convirtiera muy pronto en lo que él llama un “mercenario del solfeo”. Fue entonces cuando entró al mundo profesional y “me dieron cadena perpetua”.

“En mi vida tengo dos amores: mis hijas y la batería. Esta última es una de las mejores amantes que existe. Siempre devuelve con creces lo que uno pone”, dice, mientras le da una chupada a una de las 200 pipas que tiene repartidas en el living de casa. No se equivoca, pues la percusión lo ha llevado a tocar con monstruos de la talla de Piazzolla, Gato Barbieri (saxofonista que se hizo conocido con la música de la película “El último tango en París”), Vinicius de Moraes, Mercedes Sosa, la showoman Donna Caroll y en la orquesta de Frank Sinatra. A todos los llama “sus víctimas”. “¡Soy un promiscuo total! ¡Alabado sea el Todopoderoso!”, bromea.

A quien sí le debe fidelidad es al cantautor Kevin Johansen, con quien vendrá a presentar su última placa: “Logo”. Sobre los conciertos que el “desgenerado” dará en Viña del Mar y Santiago, revela: “Me encanta tocar en Chile, porque la respuesta del público es siempre increíble. Respecto al show, Kevin va a presentar los temas nuevos y va a repasar éxitos anteriores. En mi opinión, ‘Logo’ es el mejor disco que ha hecho. Es fantástico y cuenta con la ironía justa, que es tan sana también”.

Pero el Zurdo no sólo es amante de las pipas. “Me gusta el pisco chileno, el vino tinto y el whisky de malta”, admite riendo.

–¿Cuál era el que tomabas con Vinicius?

–Tomábamos el Scotch, que vendría siendo el Johnny Walker o el etiqueta negra. Ya sabes… lo pagaba él (risas).

–Estuviste tres años trabajando con el poeta. ¿Es cierto que en las grabaciones no faltaban las mujeres bonitas?

–Había y nosotros nos enamorábamos muy fácil. Estuvimos como 16 horas grabando, pero a mí se me pasaron rapidísimo. No había posibilidad de cansancio. Era todo acción y excitación, pero de la buena.

–¿Alguna anécdota?

–Resulta que cuando le dijeron a Vinicius que yo iba a tocar con él, se opuso. “¡De ninguna manera tenemos a un baterista zurdo, me quieres volver loco!”, decía. Fue entonces cuando la mujer del productor, que era brasilera, dijo: “No, no es zurdo, es canhoto”. Porque canhoto en portugués quiere decir zurdo. Y zurdo en Brasil quiere decir sordo [se ríe]. Cuando me despedí de él me lo contó. En ese momento no imaginé que no lo iba a ver nunca más. Lo mismo con Astor…

–Hablemos de él…

–Astor fue un tipo que me rompió la cabeza a mí, así de simple. Porque era tal la fuerza de su música, que yo quedé marcado con las veces que toqué con él. A partir de eso empecé a tratar mi instrumento de otra forma. Para mí fue un privilegio tremendo. Él, a pesar de lo que algunos dicen, era encantador. Siempre nos tuvimos un respeto tremendo. Tanto así que él me escribió un tango, que se llama el “Tango del Zurdo”. Es inédito y todavía no sé cómo suena.

–¿Qué estás esperando? ¿Tienes miedo de resucitar a Piazzolla?

–No. Me da nervio hacer publicidad con algo así. Él ya había muerto cuando llegó a mis manos. Me lo entregó su amigo, José Bragato, el hombre que se encargó del repertorio. Si no hubiera sido por él, no habría nada de Piazzolla, porque él lo quemaba todo. Tengo las partituras con las copias hechas por él. En fin, algún día lo tocaré.

–El baterista siempre actúa desde las sombras. ¿Cómo te llevas con la soledad?

–Los bateristas somos un poco los arqueros del equipo. No se nos ve hasta el momento crítico. Esto era algo que Piazzolla tenía muy claro. Él jamás se enojó si tú te equivocabas. Pero si te pasaba de nuevo, te ahorcaba con un alambre de púa oxidado.



http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20070616/pags/20070616205446.html









"TAP" (1973), by Trova, the Argentinean recording label. The arrangements are from Oscar Cardoso Ocampo, Argentinean Maestro and accompaniment is provided by Mário Fernández (bass) e Enrique Roizner (drums). Maria Nazareth and Arnaldo Henriques sing a repertoire with Brazilian standards. Tracks include:

01 - Meddley: Água de Beber (Tom Jobim / Vinicius de Moraes) -- Tudo de Você (Marcos Valle / Paulo Sergio Valle) -- A Metade de Um Beijo (Reis / Duarte) -- Quem Sabe o Mar (B. do Silva / Paulinho) -- Por Causa de Você Menina (Jorge Ben "Jorge Benjor")
02 - Samba Triste (Baden Powell / Billy Blanco)
03 - Tamborim de Prata (A. Henriques / Criz Tapajós)
04 - Sambachiana (Sebastião Tapajós / Édna Savaget)
05 - Olha Maria (Tom Jobim / Chico Buarque / Vinicius de Moraes)
06 - Vida Burguesa (Sebastião Tapajós / Marilena)
07 - Triângulo (Sebastião Tapajós / Marilena)
08 - Samba da Minha Terra (Dorival Caymmi)
09 - Vou Por Aí (Baden Powell / Aloysio de Oliveira)
10 - O Velho e a Flor (Toquinho / Vinicius de Moraes)
11 - Pra Dizer Adeus (Edu Lobo / Torquato Neto)
12 - Samba da Lagoa (Billy Blanco)



Luna de miel


Luna de miel

Por Sergio Mihanovich - Músico

Recuerdo cuando me casé por civil. Al mediodía hicimos un almuerzo familiar, a la noche una fiesta con amigos. Y en la fiesta se apareció Pipo Mancera con Joao Gilberto y Os Cariocas. Fue el 27 de octubre de 1962. Era la época del Bar Jamaica y de 676, un boliche de la calle Tucumán que unos admiradores de Piazzolla armaron para contratarlo a Astor. Yo tocaba en uno y en otro, en trío o en quinteto. Una noche se aparecieron el Tamba Trío y Maysa Matarazzo con el quinteto de Roberto Menescal. Paraban en el Alvear y nosotros ibamos a verlos al hotel. Entonces Menescal sacaba la guitarra y la cosa no paraba más.

La luna de miel la pasamos en Río. Allí compuse mi primera bossa nova, Lying on the sand. Antes había hecho un tema pre-bossa para Dick Farney, Un argentino en Brasil, que Joao Gilberto viene amenazando con grabar y que en la última visita a Buenos Aires me pidió que se lo cantara por teléfono. Yo le ofrecí ir a tocárselo al hotel, pero él prefirió que se lo cantara tres veces por teléfono.

http://lacosastessa.blogspot.com/2008/08/msica-la-voz-nueva-50-aos-de-bossa-nova.html



FATTORUSO 2009

Fattoruso todoterreno

Por Manuel Barrientos El gran músico uruguayo Hugo Fattoruso, de gira con Jaime Roos, presentó un nuevo disco en Buenos Aires y se prepara para tocar en España y Japón

La sala de La Trastienda está en silencio y en penumbra. Sobre el escenario, Hugo Fattoruso toca el teclado, sólo lo acompañan sus auriculares. Son las siete de la tarde y faltan, al menos, tres horas para que salga a tocar junto a Jaime Roos. Pero ahí está, solo, tallando la forma de una nueva composición que surgió unas horas antes, mientras descansaba en el hotel.
“Mi hobby es buscar cosas en el instrumento, armar con diferentes notas un pedacito de música, que si quieren pueden llamarlo componer, aunque mi universo se limita a los tres, cuatro o cinco minutos que dura una canción. Esa inquietud abarca temas que tienen letra, temas que son boleros, o rancheras, y temas que sirven para tocar con diferentes formaciones en un concierto de jazz”, dice humilde.
El músico uruguayo volvió por estos días a Buenos Aires para presentar su nuevo disco de piano, Café y bar ciencia fictiona, y para acompañar a Roos en el espectáculo “Hermano te estoy hablando”. El flamante Café y bar ciencia fictiona es una suerte de continuación de Ciencia fictiona, también editado por el sello S-Music, en 2004. Según explica Fattoruso, “el concepto de estos discos es el de un pianista solo, no hay interplay alguno. No sé si es jazz, aunque tiene una mirada jazzística”.
El disco abre con una impresionante versión de “Drive My Car”, el clásico de The Beatles. En el tema, las manos del pianista parecen disociarse y una le contesta a la otra, variando las tonalidades. Fattoruso se ríe con modestia de la elogiosa descripción. “No hay nada para asustarse. Además, mi mano izquierda es bien durelli. En ‘Drive My Car’, para mí, la mano izquierda acompaña la mano derecha, que toca la introducción y la melodía, sólo cambia la tonalidad y algunos acordes”, dice, aunque concede que está satisfecho con la versión: “La encontré un día jugando en el piano. Me dije ‘¡fahhh, y esto, ¿qué es?!’. Pensé que me estaba equivocando, que estaba en otro tono, pero me pareció que no estaba tan mal”.

LOS SHAKERS
Fattoruso recuerda, ahora, aquellos días en los que escuchó por primera vez a la banda liderada por John Lennon y Paul Mc Cartney. “Era 1963 y mi juventud estaba realmente briosa, brillosa, llena de vida. La hija de la panadera de la esquina de casa viajó a Londres, trajo un disco y, como sabía que yo era músico, me dijo ‘¡mirá lo que traje, vení a escuchar, es de un grupo que salió allá y vende muchísimo, la gente está enloquecida!’. Quizá, en algún diario de Uruguay, ya había salido alguna noticia sobre ellos, pero yo no había leído nada”, recuerda.
Aquel primer tema que escuchó de The Beatles fue “She Loves You”. Le pareció “puro ruido”. A la semana siguiente, sin embargo, su visión sobre el grupo de Liverpool había cambiado de manera radical. Recuerda: “El bichito de querer ser igual a ellos ya me había pegado a la altura que todo el mundo sabe. Así que, con Los Shakers, intentamos esa copia casera imposible; aunque algo salió”.
Formado por Hugo, su hermano Osvaldo, Roberto “Pelín” Capobianco y Carlos “Caio” Vila, Los Shakers fueron la primera gran banda beatle de la música rioplatense. Su paso fue, a tono con la época, a gran velocidad. En 1965, lanzaron con éxito su primer disco simple, Rompan todo. Tres años más tarde ya estaban respondiendo al Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band con el sorprendente La conferencia secreta del Toto’s Bar, que anticipaba la fusión del rock con sonidos locales, como la bossa nova, el candombe y el tango. Para 1969, la banda se había separado. Hugo y Osvaldo se radicaron en Estados Unidos y crearon una nueva agrupación, Opa, con la que experimentaron en la mixtura entre jazz, rock y la música latinoamericana.
El reencuentro de todos los integrantes originales de Los Shakers, en 2005, dejó a Fattoruso con gusto a poco. “El proyecto anduvo a los tumbos, hubo muchos desaciertos y tuvo muy poca repercusión. Si hubieran querido probar con el regreso, deberíamos haber grabado al menos tres discos para saber realmente qué podía pasar. Se necesitaba un proceso de, al menos, un año y medio; pero sólo propusieron un paquete, el nombre de la banda y nada más. Nadie vio tocar al grupo, hicimos sólo dos noches en el ND Ateneo. Además, era algo nuevo para nosotros, porque estábamos cantando en español y debíamos ver qué pasaba. Necesitábamos aprender, sopesar, indagar, desenvolver, progresar. Fue un esfuerzo truncado”, evalúa hoy.
De todas formas, no descarta un nuevo regreso del grupo: “Todo funcionó muy bien entre nosotros cuatro. Y si me dicen que quieren hacer algo de nuevo con Los Shakers, no hay problemas. Tengo una pila enorme de canciones nuevas que podrían encajar en el grupo. Y Pelín debe tener otras cuarenta. Así que si quieren juntarnos, hay que elegir entre esas canciones, ponernos a tocar y grabar”.

DE ESPAÑA A JAPÓN
Fattoruso acompañó en su carrera a músicos de la talla de Milton Nascimento, Djavan, Chico Buarque, Naná Vasconcelos, Hermeto Pascoal, Vernon Reid y Ron Carter. En los últimos años, se sumó a los espectáculos de su coterráneo Jaime Roos: “Sólo tengo palabras a favor de Jaime. Soy hincha suyo en varios aspectos, tanto como letrista, como arreglador y también como productor; creo que él llega al meollo del asunto”. En el anterior Ciencia Fictiona, brilla su versión de la milonga “Aquello”.
Además de esta serie de discos para S-Music, el uruguayo también acaba de grabar un álbum con canciones cantadas y otro disco con canciones instrumentales tocadas con secuenciador, que saldrán a la venta en los próximos meses. Con todo, Fattoruso aclara que está “pronto para grabar cuatro discos más: uno, de boleros; otro, de acordeón a piano; otro, instrumental; y uno más que haremos con el trío Fattoruso, que tenemos con mi hermano Osvaldo y mi hijo Francisco”.
El pianista también lidera la formación Rey Tambor, integrado por Diego Paredes en tambor piano, Fernando Núñez en tambor chico y Nicolás Peluffo en tambor repique. Con este grupo interpretan clásicos del candombe y composiciones propias. “Son personas increíbles. Tienen un gran aplomo y, cuando tocan, se comen a los niños crudos, porque eso es África. Son como una locomotora que te pasa por encima y te seduce, porque no es un derrumbe de golpe en los tambores, es armonía pura. Los tres tambores del candombe son un mantra que te destornilla la cabeza”, explica entusiasmado.
Con tanta música y formaciones, la agenda de Fattoruso es frenética. En los próximos días, acompañará a Roos en su gira española. Luego volverá a Montevideo para hacer un par de recitales como solista. Y en agosto, emprenderá su duodécima visita a Japón, donde, junto al percusionista Yahiro Tomohiro, formó la banda Dos Orientales. Durante la gira por veinte ciudades, van a grabar su segundo disco.
Entusiasmado, explica: “La verdad es que no consigo ni siquiera arañar la cultura japonesa, pero soy una esponja para todo lo que veo o escucho. Me encantan los estilos bien populares, como la enka. Cuando cantan las mujeres me conmueven. También me encanta la música de Okinawa y el gagaku, un género tradicional que tiene cinco mil años. Son músicas que vienen de muchísimos años atrás, no hay moda ahí, y eso me resulta fascinante”.


http://www.revistadebate.com.ar/2009/07/17/2105.php


Por Pablo S. Alonso
Para LA NACION - Buenos Aires, 2009
En una declaración de admiración hacia Hugo Fattoruso publicada por La Nacion en 2002, Luis Alberto Spinetta escribió que después de escuchar "Espero que les guste 042" estaba convencido que ésa era "la música perfecta, algo mejor y más moderno que Los Beatles". Para él, Charly García y otros contemporáneos, Los Shakers fueron los primeros artistas sudamericanos en producir una emoción comparable a la del grupo de Liverpool.
Sin embargo, en la última década sólo tuvieron edición local compilados del grupo hechos con poco criterio. Finalmente, sus tres álbumes de los años sesenta fueron nuevamente relanzados, con bonus tracks y el siguiente eslogan de Capif: "Una copia más, un músico menos". La advertencia no afecta a este grupo uruguayo: ninguno de sus integrantes percibe regalías o derechos de autor por estos discos, atrapados por un contrato de 1965. La inclusión de varios conteos preliminares no presentes en las primeras ediciones, un cartel incrustado en las portadas que arruina la reproducción del arte original anunciada, errores y omisiones en las notas y créditos (como la continua gaffe de "Fatorusso"), dan como resultado un caso paradigmático para repensar, más que el problema de la industria discográfica, el problema del artista.
En 1964, Hugo (voz, primera guitarra, teclados, armónica) y Osvaldo Fattoruso (voz, segunda guitarra) relegaron sus instrumentos principales (piano y bajo, y batería, respectivamente) para formar con Roberto "Pelín" Capobianco (bajo y voces) y Carlos "Caio" Vila (batería) un grupo moldeado en el sonido e imagen beatle . Los cuatro eran músicos experimentados, con un background profesional diverso, especialmente en jazz y, en el caso de Pelín, en el tango y la música académica. El éxito de sus actuaciones en la temporada de Punta del Este generó una convocatoria de la EMI-Odeón para grabar en Buenos Aires, que se convertiría en su base de operaciones.
"Rompan todo", escrita por Hugo (música) y Osvaldo (letra) desató una "shakermanía" que trascendió toda estrategia publicitaria. Aunque asociable con temas como "I saw her standing there" (Beatles, 1963), los cromatismos y modulaciones del tema dejan entreoír el bagaje jazzero de Hugo. De hecho, Los Shakers tenían una paleta armónica más elaborada que la mayoría de las bandas de la Invasión Británica. Así como el inglés rudimentario de sus textos no puede relegar la importancia de su obra, la evaluación de su album debut homónimo (1965) y singles de la época como un mero paso hacia mejores cosas revela una escucha snob; la misma que relativizaría a Los Beatles de 1963-1964, principal referencia en composición, arreglos e instrumentación. Los Shakers grabaron varios covers, en especial de Lennon-McCartney, pero la mejor versión de su carrera, "Red rubber ball", una canción de Paul Simon, no se incluye en estos relanzamientos.
Shakers For You (1966) los encontraba egresando cum laude del curso Beatles 65-66: trataban cada faceta de los ingleses como un género intrínseco, con sus propias gramáticas, como "Espero que les guste 042", el primer ejemplo rioplatense de psicodelia, inspirada en "Tomorrow Never Knows". "El niño y yo", el aporte más importante de Caio como autor, que por error en esta reedición se atribuye a los Fattoruso, fue versionada por Sui Generis. Algunas partes de guitarra recuerdan a The Byrds, uno de los pocos grupos de rock, junto a The Beach Boys, a los que Los Shakers prestaban atención, aunque no comparable con su fascinación por Los Beatles. Además de éstos, sus principales intereses incluían a J. S. Bach, Astor Piazzolla, Oscar Peterson, John Coltrane, Manolo Guardia y Joao Gilberto. La influencia de Brasil aflora en "Never Never" (gran éxito en ese país) y "Siempre te esperaré".
Cansados del juego y del negocio (veían muy poco del dinero generado), deseosos de otras experiencias, Los Shakers grabaron su canto de cisne, La Conferencia Secreta del Toto?s Bar , editado con la banda ya disuelta, sin promoción, a finales de 1968 en Argentina y al año siguiente en Uruguay. El grupo seguía expandiendo sus recursos compositivos y tímbricos (percusiones afrouruguayas, vientos, cuerdas, teclados). La sorprendente "Candombe" tomaba la posta del pionero Manolo Guardia (pese a conocer a sus integrantes, Los Shakers no sabían por entonces que El Kinto, con Eduardo Mateo y Ruben Rada, introducía en Montevideo el llamado candombe-beat), con el agregado de una guitarra distorsionada. "Más largo que el Ciruela" precede a "Laura va", de Almendra, en su cruce Londres-Buenos Aires, con el sentido bandoneón de Pelín y el violín de Antonio Agri, invitado ilustre en el álbum junto a Fats Fernandez, cuyas participaciones no se acreditan. Otras canciones perfectas son "Siempre Tu" y "Oh mi amigo", primero editadas en simple en 1966, y "El Pino y La Rosa", con un contrapunto entre el acordeón de Hugo y el cello de Pelín que provoca una felicidad difícil de explicar.
El retorno de Los Shakers (2005-2006) resultó positivo en lo artístico aunque anticlimático por su poca repercusión. Decididos a ofrecer material nuevo, editaron Bonus Tracks (Sony/BMG). Con las guitarras que aparecían ocasionalmente, mientras Hugo se concentraba en los teclados y Osvaldo tocaba a dos baterías con Caio, el disco pasó desapercibido para un mercado y una audiencia que no encuentra fácil lidiar con un album de pop (con gemas como "Volcanes", con música y bandoneón de Pelín) realizado por cuatro músicos que rondaban los sesenta. Bonus Tracks ya está descatalogado.
Hoy, Pelín continúa como contrabajista de la Sinfónica de Río de Janeiro e integra un grupo de cuerdas con hermanos e hijos, y Caio sigue como productor en Venezuela. Los caminos de Hugo y Osvaldo se cruzan en el Trío Fattoruso y el Cuarteto Oriental. Hugo toca con Jaime Roos y con Rey Tambor, una cuerda de tambores, pero también puede salir de gira con el percusionista Yahiro Tomohiro por Japón, donde el año pasado editaron Dos Orientales . Este año Hugo presenta Café y Bar Ciencia Fictiona (S-Music), grabado casi a solas con su piano (Osvaldo participa en un tema), donde las etiquetas de estilo siguen quedándole chicas. Osvaldo está contento, y con razón, por la salida, quince años después de su realización, del segundo album de Ta (Melopea), el proyecto que compartía con Mariana Ingold y Leonardo Amuedo. Contra las adversidades del medio, a fuerza de talento y pasión, los integrantes de Los Shakers lograron algo poco común: dejar su marca en cada territorio musical que exploraron.
© LA NACION


http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1116319




MUY BUEN POST :LUIS DI MATTEO

1.El 141
2.Jolgorio Musical
3.Lonja Y Fuelle
4.Eroticband
5.Esa Figura
6.Candotang
7.Cuarteto Para Saxofones (La Discordia).

gracias a LAS CINTAS RECUPERADAS
http://lascintasrecuperadas.blogspot.com/2009/09/luis-di-matteo-candombe-uruguayo-2001.html

jueves, 24 de septiembre de 2009

MUSICA DE DOS ORILLAS


Beto Satragni, bajista, compositor, nació en Canelones, Uruguay en 1955. En 1973 se radicó en Buenos Aires. Tocó con Spinetta Jade, Moris, David Lebón, Ruben Rada, Moro-Satragni (con Oscar Moro). Formó el "Beto Satragni trío" (Satragni-Nolé-Fattoruso) y "Raíces", banda pionera del candombe en la Argentina. En 1978, la banda de candombe-rock "Raíces", debutó discograficamente con el disco "B.O.V.dombe". En 2007, sus integrantes se volvieron a reunir en los estudios de Litto Nebbia: Beto Satragni, Andrés Calamaro, Jimmy Santos, Juan Carlos “Negro” Tordó, Raúl Campana, Alberto Bengolea, y Litto Nebbia y Randy Brecker como invitados. “Raíces” es una banda que ha fusionado durante muchos años el candombe, con rock, funk, jazz y ritmos del Brasil. Discografía “Raíces”: 1978 “B.O.V.dombe” (1978), “Los Habitantes de la Rutina” (1980) , “Empalme” (1994, Del Cielito/BMG), “Ey bo road” (1997), “Raíces en vivo” (1999). Con Rada y los hermanos Fattoruso realizó giras por Suecia, Dinamarca, Noruega (compartiendo festivales con Chic Corea, Peter Erskine, Jhon Abercrombie, Mingus Band), y también por Cuba, Chile, Paraguay, Perú, etcétera (compartiendo festivales con Irakere, Pablo Milanés, Son 14, etcétera). En 2002 Beto Satragni vuelve a Uruguay radicándose en Bello Horizonte, Canelones.

http://www.tacuabe.com/buscar/?id=289&en=detalle&busqueda=


1. Esto es candombe
2. Llegó el tambor
3. El otro cambio, los que se fueron
4. Somos todos candomberos
5. El loco
6. Mancada la pampa
7. Hay un funk el la oreja del obelisco
8. Mi abuelo Jacinto
9. De las dos orillas
10. Destilando aceite
11. Canecandombe
12. Belmiro
13. Flor de acero


OPA:1987 REUNION EN EL PARQUE RODO


DE BONI, Enrique: sintetizador strings
FATIMA, María de: canto
FATTORUSO, Hugo: teclados, voz
FATTORUSO, Osvaldo: batería, voz
GAZZAWAY, Gary: trompeta
RADA, Rubén: percusión, voz
THIELMANN, Ringo: bajo eléctric
JOSE PEDRO BELEDO :guitarra

Muy Lejas Te Vas (Paper Butterflies) - Composição de Ruben Rada









Maria de Fatima- LA SELVA,ESA LUZ. Montevideo 1987
DE BONI, Enrique: sintetizador strings
FATIMA, María de: canto
FATTORUSO, Hugo: teclados, voz
FATTORUSO, Osvaldo: batería, voz
GAZZAWAY, Gary: trompeta
RADA, Rubén: percusión, voz
THIELMANN, Ringo: bajo eléctrico.
JOSE PEDRO BELEDO:guitarra

LITTO NEBBIA DE GIRA




Defensor a ultranza de su independencia, gira por España y visita por primera vez Francia e Inglaterra. Por qué cree que la crisis de las compañías discográficas internacionales puede ser una oportunidad para los músicos.

Por Iván Schuliaquer, desde París

“Avisame si querés que te pase datos, biografía, etcétera”, decía el mail del hombre que por primera vez se iba a presentar en París. El mensaje no provenía de alguien que está comenzando su carrera sino del humilde Litto Nebbia, hombre que ha marcado la música argentina desde el nacimiento del rock nacional hasta hoy. Dos días después de ese mensaje, el compositor se encontró para dialogar con Crítica de la Argentina en un café de la capital francesa, a dos cuadras del Museo del Louvre.

Pese a los más de cuarenta años de carrera, a los casi cien discos propios que grabó, a las más de mil canciones que compuso, a la cantidad de estilos en los que incursionó, el rosarino sigue empezando. En este momento, recorre distintas ciudades de España –durante dos meses y por séptimo año consecutivo– tocando en pubs o bares, con un show unipersonal centrado en su voz, una guitarra y un órgano. En esta ocasión, además, tuvo sus primeros tres recitales en Francia, uno en Ploërmel y dos en París; y en noviembre llegará a Londres, donde también se presentará por primera vez, para terminar una gira en la que sólo es acompañado por su mujer, Álex de Luca.

Nebbia sigue en el camino que eligió hace cuatro décadas, cuando se corrió de la hípermasividad. Por eso surgió el sello Melopea, desde el que el músico editó, entre otros, a algunos de los más novedosos discos de jazz y tango de la Argentina de los últimos veinte años.

El rosarino persigue una máxima de su autoría, en la que todavía se reconoce, y que dice: “Lo más lindo que te puede pasar es tocar en muchos lugares distintos”.

–Es bárbaro. Yo empecé cuando era chico tocando con mis viejos como músico ambulante, sin llevar nada eléctrico y por los pueblitos de Santa Fe. La actitud vocacional del viaje es la misma ahora, con miles de años más y experiencias. La vez pasada, un amigo mío me hacía notar que Bob Dylan toca 200 veces en el año, y ¡mirá si tocó! Yo creo en ese tipo de cosas. No hay ningún secreto. ¡La puta!, ¿cómo no te vas a sentir bien tocando? Es un laburo lindo, espiritual, y nunca vas a decir: “Uy, tengo que ir a tocar”.

–Usted eligió construir desde un lugar más pequeño, como es el sello Melopea, y ahora con la idea del recital a recital en Europa.

–Sí, y creo que sin que lo haya premeditado es más realista tocar y hacer las cosas como las hago yo. De la misma manera en que dicen que se viene un cambio total de la economía global, donde están cerrando empresas con unos nombres increíbles, te dicen que la industria discográfica va a desaparecer. Pero, ¿alguien cree que la música va a desaparecer? ¿Los chicos van a dejar de tocar música? ¡No! Van a salir a partir de una pequeña autogestión. Cuando yo empecé a hacer esto, me crucé con mucha gente que entiende que si vos autoproducís algo te dedicás a los negocios. Distribuyeron el mito de que si el músico se dedica a cuidar lo suyo ya no está inspirado, entonces lo afanan durante cincuenta años sin parar. A mí hoy no me cuesta nada armar estos recitales, porque tengo cuarenta años de carrera, y en la Argentina hacemos lo mismo por el interior: vamos mucho por Santa Fe, Córdoba, Mar del Plata, y llegás a pueblos que no sabías que existían y sin embargo parecen Nueva York.

La llegada de Nebbia a París se dio a partir del contacto con Denise Clavilier, una francesa que lleva un blog de tango (Barrio-de-tango.blogspot.com) “como si la mina fuera de Pompeya”, que se acercó a Melopea “porque vio que es el sello que más discos de tango editó en los últimos años”.

–¿Qué es lo que más le gusta de tocar solo?

–Soy un tipo muy movedizo, siempre toco de una manera irregular, improviso y todo eso. Tocando solo no tengo convención de nada y me gusta mucho, porque llevo una carpeta que tiene 200 letras de distintas épocas, voy abriendo y cada noche toco músicas distintas. Siempre toco tres o cuatro de las súper conocidas porque si no la gente se enoja. Además, el pub tiene una cosa de intimidad que no existe en un teatro, y cuando el lugar es más reventado, más bohemio, a mí me gusta más. Y en todos los lugares siempre hay muchos argentinos y el día en que pasás y tocás diez canciones de hace treinta años es una satisfacción espiritual muy grande para ellos, porque por más que les vaya bien es muy difícil vivir fuera de tu país.

Nebbia está presentando en España su nuevo disco, Soñando barcos, que salió solamente en ese país y en el que una vez más incursiona en la musicalización, junto al Cuarteto La Luz –su banda actual–, en las letras escritas por otro: en este caso, del poeta de Salamanca Juan Mari Montes.

–¿Cómo ve el rock argentino actual?

–Lo veo muy tipo la Edad de Piedra, desde el punto de vista de la música, la armonía y las letras. El rock en el mundo era una música intrépida, que fusionaba todas las culturas y que intentaba que la gente que escuchaba evolucionara con el mismo grupo. Hoy, se ha transformado más en que el encuentro entre la gente y el grupo es una especie de ritual para el fin de semana, para que el público se sienta parte de un gran protagonismo. No sé por qué tendría que ser de esa manera: todo el mundo no puede ser músico. Se buscan canciones con cosas que puedan levantar a cualquier multitud, que tienen que ver con el fútbol, con la murga o con la percusión, que ya sabemos que son excitantes, no hay que ser ningún médico cirujano para descubrirlo, pero no está dentro de lo que para mí es lo más bello del arte que es hacer algo tuyo original, personal, tratar de entregárselo a la gente. Si te llega a ir bien, es una satisfacción inconmensurable. Y la gente que te sigue va recibiendo ciertos códigos y se gesta una obra distinta. Hoy en día eso no existe, hay una búsqueda de ser famoso y llevar miles de personas y romper todo. Como si ése fuera el sentido de la vida, y me parece que no va. Y, ojo, no estoy en que todo tiempo pasado fue mejor. Escucho música buenísima de todo el mundo, pero no es la que se marca como rock argentino. Uno hace zapping y, sin audio, ve conjuntos que están de pelo largo, aros, y cuando subís el volumen tocan una especie de cumbia. Cuando nosotros empezamos te cagabas de risa si un tipo hacía eso. Algo pasó en lo social y en lo político: si el objetivo de los grandes medios de esta sociedad a nivel mundial es que vos seas un consumidor y no un tipo que piensa más, está bien esa música porque te deja empaquetado y formateado.









–¿Hay posibilidad de que surja algo ante la represión que impone ese mercado?

–Yo creo que esto tiene que ver nada más que con el dinero. Existe el tema de la mosca. Es lo único. El dinero es como un club; el tipo al que lo único que le importa es la guita si vos hacés una música con la que no va a ganar dinero no quiere que la hagas. Es tan simple y tan directo como eso. Por eso, quiero decir que la autoproducción significa hacer sin la ayuda de esas estructuras, que al final son un impedimento, hacer otra cosa. Vos no estás compitiendo para ser el número uno ni para ser como Madonna. Vos tenés una banda y querés tener tu disco porque si no te movés en la autogestión esa cosa tan grande te va a decir: “No, eso no se puede hacer”.

–O sea que para usted que las empresas discográficas grandes quiebren es una buena noticia hacia la autogestión.

–¡Desde ya! No te olvides que el músico, la banda, que quiere tener esa inmediatez de llegar y llenar un lugar grande de gente, por más que crea que está transgrediendo la Tierra, tiene que transar una cantidad de cosas que le da transitoriamente su socio, y su socio es una de esas empresas. Ahora, el primer día que dejen de vender un disco, le dan una patada en el orto que no te puedo explicar. A mí no me parece mal. Yo sin querer comencé con eso. Imaginate que nosotros empezamos con RCA y vendíamos millones de discos. Si me quedaba todo el tiempo estaba bien porque ganábamos mucho, pero siempre iba a tener que responder a la misma cosa porque mi patrón me iba a decir: “Ahora que hiciste canciones más difíciles ya no vendés como antes, ya no me gustás”. Eso es lo que ha ocurrido en todos lados. Lo podés ver con el jazz, con la música de fusión. A Frank Zappa le decían que no lo querían porque ABBA vendía más. ¿Escuchaste alguna vez ABBA? ¡Es una cosa increíble!





Construiré una balsa y me iré a naufragar por los canales del Sena en París

Faltaban aún 45 minutos para que comenzara el tercero y último recital de Litto Nebbia en Francia, y el cantante estaba en la cubierta del Péniche Demoiselle, el barco-pub estacionado en los canales de París en el que el músico desplegó una parte de su repertorio durante más de dos horas, aprovechando la última noche cálida de fin de semana del verano parisino, charlando con los espectadores que se le acercaban y lo saludaban.

Cuando todo el público ya estaba sentado a las mesas que rodeaban el escenario tomando cerveza y/o comiendo empanadas, Nebbia reapareció y se dirigió al escenario. Sin decir palabra, arrancó con “Un poco de vida” y siguió con “No importa la razón”. Luego contó, como lo hizo durante todo el recital, cómo se llamaba cada tema, en qué año lo había grabado y a qué parte de su carrera correspondía. En ningún momento intentó alguna palabra en francés: nadie se lo pidió tampoco, el auditorio era casi en su totalidad argentino.

“Es la primera vez que toco en París, y es la primera vez que toco en un barco”, dijo Nebbia, que, basado en su voz intacta al paso del tiempo, se arregló en un unipersonal que estuvo atravesado, desde Los Gatos hasta hoy, por algunos temas nuevos, algunos poco conocidos y varios de sus clásicos. Entre ellos, “Viento, dile a la lluvia” que fue acompañada a coro y festejada por el público.

El músico intercaló sonidos más eléctricos en el órgano con sintetizador con versiones más crudas y claras de sus canciones cuando se colgó la guitarra electroacústica. Nebbia sacó provecho del ambiente, fue cálido y chistoso, siempre con la copa de vino tinto a mano. “Todos saben que el rosarino es el mejor amigo del hombre”, dijo Nebbia antes de presentar a Gonzalo Aloras, coterráneo suyo de potente voz y carrera solista ascendente, que presentó dos de sus temas en el escenario.

Nebbia siguió con su repertorio, y a las 22.30 –el recital había comenzado 20.45– anunció que empezaba la larga retirada. Fueron más de veinte minutos en los que el músico desplegó una combinación explosiva de emotividad que arrancó lágrimas a muchos de los espectadores. Empezó con “Sólo se trata de vivir”, la canción que Nebbia escribió en su exilio mexicano sobre esa situación, siguió con “La balsa”, alimentando el microclima argentino que se había armado en el barco-pub, y se despidió con “Quien quiera oír que oiga”. El músico ya había hecho los bises, pero el público pedía más. Nebbia recordó las costumbres francesas y, pese a que después se quedó dialogando con el público, aclaró: “Me voy porque cierran todo: el parking, los restoranes y el hotel”.

“¿A quién puede joder mi sello?”

“La formación –dice Nebbia– en los 60 incluía todo este estallido de nueva cultura: los Beatles, los Rolling Stones, Jimi Hendrix, el neorrealismo italiano, el Mayo Francés, el nuevo periodismo norteamericano, la poesía beatnik. En ese momento no había compartimentos tan estancos: hoy un chico sabe de la PlayStation pero no sabe quién es James Dean. ¿Voy a andar con la PlayStation yo? (risas). En este caos genético en que vivimos, donde todo el mundo cree que el sentido de la felicidad es la guita, a veces vamos a pueblos pequeños de la Argentina donde encontramos una cantidad de tipos jóvenes y divinos que parecen de esta época anterior. Hay un montón de gente que no sigue la cosa completamente masiva y comercial, que no quiere ver eso ni escuchar eso. Es una minoría que está disgregada por todo el país. Ahí tenés que llegar vos. Cuando se me ocurrió tener un sello independiente fui muy conciente de que, por la manera en que se maneja el business en el país, me estaba apartando de un medio que me iba a tratar de ignorar, porque lo iba a vivir como una agresión. Esta gente que tiene tantas cosas, tan monopólica, es tan imbécil que cree que si te hacés un sello independiente es para sacarles la plata a ellos. Tienen temor de que alguien les saque sus millones. ¿A quién puedo joder con el sello que hice? Soy rico: hago lo que yo quiero y produzco cosas que me gustan. Tenemos 610 álbumes en veinte años, una muestra de que las cosas se pueden hacer."

Fuente: Crítica


http://blogteatrolaplata.blogspot.com/2009/09/litto-nebbia-al-rock-argentino-lo-veo.html

CASALLA




Yo tenía apenas doce años y había acompañado a mis padres a un festival de jazz tradicional en Rosario. Eran jornadas maratónicas, que comenzaban con un parade promocional por la peatonal de la ciudad. El inefable Max Seligmann se calzaba su traje de Grand Marshall y detrás de él desfilaba una multitudinaria marching band integrada por músicos de todo el país que tocaban "Cuando los santos vienen marchando" una y mil veces.

La siesta, ritual ineludible en el interior (al menos en esas épocas), era descanso y aperitivo para las grandes veladas en el coqueto teatro El Círculo, donde podían tocar el pianista Tony Salvador, el trombonista Nelson Castro (de Bahía blanca), la Small Jazz Band de Córdoba e incluso Juanjo Hermida junto a Graciela Cosceri.

Después de la función, llegaba, acaso, el momento más esperado: un asado más multitudinario incluso que el jazz parade. Y aquí comienza esta historia, porque fue en ese asado que tuve el honor de conocer al legendario Carlos "Chingolo" Casalla.

Miembro de una familia esencialmente musical (es el tío de Javier Casalla, violinista de Bajofondo), "Chingolo" no sólo fue (es) un gran baterista de jazz, sino que también es un gran dibujante de historietas, que publicó en las páginas de la legendaria revista El Tony, de la editorial Columba. Creador de personajes emblemáticos, como el Cabo Savino y sus historias gauchescas, "Chingolo", esa noche, se puso a dibujar en la sobremesa. Todavía atesoro con mucho cariño esas dos servilletas de papel, con un retrato del Cabo Savino y con uno de los miles de caballos que dibujó en su vida.

Unos años más tarde, volví a cruzarmelo en la presentación del libro Orígenes y evolución del jazz, de su hermano Luis "Bicho" Casalla, querido y recordado trombonista de una de las generaciones más brillantes del jazz argentino. Esa noche le pedí que me haga otro dibujito, que todavía conservo.

En la edición #119 de RS (febrero de 2008) elogiamos La Chingolera, el disco lúdico-afectivo que bajo el rótulo de "Los Casalla", lanzaron "Chingolo" y Javier, junto con algunos amigos y otros miembros de esa familia equiparable a los Fattoruso en el Uruguay o a los Marsalis en los Estados Unidos. En ese disco grabado en Bariloche, donde vive "Chingolo", además del jazz (incluye grabaciones históricas de Eduardo, hermano de "Chingolo" y padre de Javier), hay incursiones en el folclore, en el rock y en ritmos caribeños.

Hace unos días, recibí una hermosa noticia. En el Espacio Historieta de sede Palermo de la Alianza Francesa (Billinghurst 1926) está colgada, hasta el 30 de septiembre, la muestra "Patagonia Brava". Se trata de una merecida retrospectiva de un artista genial, y allí se pueden ver obras en pincel, lápiz, aguada y otras técnicas. Además del Cabo Savino (¡por supuesto!) están Perdido Joe, Larsen, Capitán Camacho, El Cosaco y otros personajes que ilustraron prestigiosas revistas como Misterix, Nippur, Mágnum, D'Artagnan y Skorpio. Todavía no pude ir a verla, pero espero tener la suerte de encontrarme con el querido "Chingolo" y pedirle, con inocencia y admiración, que me dibuje, otra vez, un Cabo Savino para mi pequeña, aunque sentimentalmente valiosa, colección.



Autor: Humphrey Inzillo



http://www.rollingstone.com.ar/weblogs/apuntes-domesticos/nota.asp?nota_id=1178044

martes, 22 de septiembre de 2009

LA SUITE







Dizzy y Lalo se habían conocido en 1956, y cuentan que el primero se quedó admirado con la forma de componer del argentino, proponiéndole que escribiera algo para él. Lalo le propuso esta suite en cinco movimientos. Según cuenta nuestro amigo Carlos en su blog, Lalo Schifrin fue a casa de Dizzy con los bocetos de esta suite y los tocó al piano. Diz preguntó cómo iba a orquestarla y Lalo contestó: “Escucho un quinteto... además de toda una banda de metales..."

Y así es como suena. Dizzy grabó esta suite en noviembre de 1960. Lalo Schifrin, que contaba 28 años, se había convertido ya en pianista y director musical del quinteto de Dizzy Gillespie. Luego, la fama, las ofertas para componer bandas sonoras (quizás su faceta más conocida) como Misión: Imposible o, ya en los 70, Harry el sucio.


http://jazzeseruido.blogspot.com/2007/11/gillespiana.html

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