Nacido en 1936 en el barrio de San Cristóbal –su casa estaba ubicada frente a la del legendario tanguero Julio de Caro–, Avallone se fue del país en 1964, cuando tenía 27 años. Había terminado sus estudios en las escuelas de arte Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón y se ganaba la vida tocando la trompeta con los músicos de The Georgians Jazz Band y haciendo historietas y dibujos en diversas publicaciones de Buenos Aires. Los Georgians y las historietas fueron su sustento económico.
Cuando se fue a Europa, la idea inicial era quedarse sólo un año, pero los acontecimientos decidieron otra cosa. Llegó a Milán, una ciudad que en ese momento era un hervidero del diseño, y al poco tiempo fue contratado por la editorial Mondadori para trabajar en una colección dedicada a recordar la historia de la navegación por agua y aire. A él le tocó dibujar naves egipcias que eran de fácil diseño, así que empezó con el pie derecho. Pero, varias semanas después, le encargaron ocuparse del Queen Elizabeth. Era una tarea más complicada porque el director de la editorial quería que los dibujos se hicieran en pequeña escala, en miniatura, proporción que perjudicaba mucho la vista de quienes trabajaban en el proyecto. Como transacción, Avallone propuso hacer dibujos grandes y luego reducirlos, pero el director no aceptó la sugerencia. Entonces renunció y se volcó al comic, otra especialidad que ya había practicado en Buenos Aires. Estuvo dos años en Italia haciendo historietas pero tampoco le gustaba: debía trabajar desde las ocho de la mañana hasta las dos de la madrugada. Y lo que quería era dedicarse al dibujo y la pintura, no mortificarse el alma y el cuerpo como si estuviera remando en una antigua galera.
¿Cómo convivió este oficio con el de la música?
—Sin dificultades, porque de algún modo tienen raíces comunes. Los dos grandes descubrimientos norteamericanos son el jazz y el comic. La música como el arte plástico tiene color, ritmo y armonía. Comencé con la trompeta a los 12 años. Pertenezco a una familia de origen italiano. En mi casa eran todos músicos, mi tío, mi primo, mi prima. Mi tío fue trompetista de Josephine Baker, mi primo tenía un talento extraordinario para la música, y mi prima era pianista. En casa había un conservatorio musical. Era inevitable que saliera músico. Rendí examen para la Orquesta Sinfónica a los 17 años. No tenía por qué ser elegido, pero es evidente que tenía las condiciones y preparación suficiente como para presentarme. Después encontré el jazz. Al principio me parecía que improvisar era extraño, me costaba mucho. Había estudiado en el Conservatorio Municipal, cuando era director Cátulo Castillo, y allí no se podía tocar jazz.
—Jimmy Garrison, el contrabajista que tocaba con John Coltrane, solía enojarse porque a la salida de algún concierto había gente que le preguntaba si había grabado “alguna música seria”.
—Todavía existe entre algunos músicos clásicos ese prejuicio de considerar al jazz como una música. A lo mejor cometo una osadía imperdonable al decirlo, pero para mí es tan artista Mozart como Duke Ellington. Por otra parte, hay cosas que no se aprenden en la academia. Eso de improvisar hay que aprenderlo en otro lado. Un músico clásico difícilmente improvise. Es el caso del gran violinista Yehudi Menuhin, que grabó muchos discos con Stephane Grappelli. Y cada uno le decía al otro: “Yo no puedo hacer lo que tú haces”. Son lenguajes diferentes. Hoy me parece tan atractivo un concierto de Martha Argerich como uno de Miles Evans. Y conceptúo tan relevante a Astor Piazzolla como a Schoenberg.
Carlos Avallone fallecio en Barcelona en diciembre de 2013
Nota completa :
http://www.elarcaimpresa.com.ar/elarca.com.ar/elarca56/notas/avallone.htm
From the Studio #71
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[image: From the Studio #71 - Embraceable You]*From the Studio #71 -
Embraceable You* - Today I felt like reviving another one of my favorite
tunes. Ther...
Hace 52 minutos
Gran trompetista de jazz y dibujante. Tuve el placer de compartir escenario con el en mi calidad de trombonista, cuando integrábamos el conjunto "The dixieland six" muy bien posicionado a fines de los años 60. Después de su partida a Europa perdí todo contacto con el y hoy me entero por esta página de su fallecimiento hace seis años. Vaya mi emocionado recuerdo para un ser humano excepcional en muchos aspectos.
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