Carlos Ingrassia
De destacada trayectoria en los medios, este maestro de locutores siempre fue un cultor del buen gusto y la excelencia profesional. Llegó a trabajar simultáneamente en tres lados para mantener a su mujer y sus cuatro hijos. Anhela que la nueva Ley de Medios impida que la única emisora oficial de Villa Urquiza sea interferida por radios ilegales.
Por Javier Perpignan
jperpignan@periodicoelbarrio.com.ar
Locutor. Músico. Animador. Carlos Ingrassia forjó a lo largo de sus 71 años de vida un reconocimiento público que lo halaga, aunque dice modestamente que hay muchos que hicieron más méritos que él. Declarado Vecino ilustre de Villa Urquiza por la Junta de Estudios Históricos, declara que nació en la trastienda de lo que era el famoso estudio fotográfico de su padre Víctor. “Yo viví toda mi vida en el barrio -cuenta Ingrassia-. Mi infancia transcurrió en la cuadra de Triunvirato 4977/79, cuando había una plazoleta en el medio de la calle y pasaba el tranvía. Recuerdo que enfrente de mi casa había un viejo colegio que estaba siempre en obra y nunca se terminaba. Para esa época se hablaba de que la Escuela Horacio Mann se iba a trasladar allí. Pero cuando Ernesto Pietrani, durante muchos años director de la Escuela Juana Manuela Gorriti, fue promovido al Consejo Nacional de Educación, consiguió que ese edificio fuera destinado al primer colegio secundario del barrio: el Reconquista”.
-¿Desde muy pequeño estuvo ligado al micrófono y a los escenarios?
-A los cinco años debuté como cantor en el Teatro 25 de Mayo en los festivales que organizaba la escuela a la que concurría, Juana Manuela Gorriti. Esos eventos eran animados por el famoso locutor Jaime Font Saravia, que me presentaba como Carlitos. Cantaba tangos y canzonetas italianas. Desde allí me viene el oído musical y eso hizo que en mi juventud me inclinara por los conjuntos orquestales. Soy el creador de la Creole Jazz Band, formé parte de coros polifónicos y tuve un conjunto de folclore que se llamó Los Calchaquíes. Tenía una buena amplitud de registros.
-Usted es un gran aficionado al jazz, ¿cómo lo descubrió?
-Siempre digo lo mismo, fue gracias al disco 16 toneladas. Recuerdo que quedé impresionado por su ritmo y síncopa. Ni bien terminé de escucharlo les pedí plata a mis padres y me lo compré en la Casa Avelino Capioli, en Bauness entre Cullen y Roosevelt. Cuando cumplí los 15 años, con unos compañeros del Reconquista nos juntamos en el Círculo Urquiza y fundamos el Hot Club de Villa Urquiza. Allí organizamos bailes con grupos nuevos que hacían jazz. Ocurrió que a mediados de la década del 50 se produjo un movimiento jazzístico juvenil llamado el “Revival de los años 50”, que recreaba el jazz original, sobre todo el de New Orleans. En Buenos Aires prendió mucho porque era un ritmo muy bailable. Después transmutó al rock and roll.
-¿Y su llegada a los medios cuándo se produjo?
-A raíz de mi vínculo con el jazz. El representante de la Creole Jazz Band se llamaba Norberto de Francia y su hermano mayor, Osvaldo, había entrado al ISER para estudiar locución. El me dijo que se juntaban todos los sábados a la tarde en Radio Nacional para practicar. Como eso era algo que siempre me había gustado me sumé al grupo. Osvaldo de Francia fue mi padrino y a fines de los 50 conseguí mi ingreso al ISER. Me recibí de locutor en 1962. Paralelamente ingresé en el Banco Popular Argentino. Como bancario hice carrera durante 32 años. En un momento de mi vida llegué a tener tres trabajos: abría las trasmisiones de Radio El Mundo alas seis de la mañana, a las doce del mediodía entraba al banco hasta las siete de la tarde y luego hacía mis tareas en Canal 7 hasta la una de la madrugada.
-¡Usted sí que verdaderamente dormía tres horas!
-Exactamente. Tenía que alimentar a cuatro hijos, era una responsabilidad muy grande.
-Me imagino que sus salarios en la radio y la TV serían insuficientes.
-Te imaginás bien, pero no me quejo. Con mi mujer María Esther hemos criado cuatro hijos maravillosos que están bien encaminados con sus familias. Hoy veo felizmente coronada mi carrera con la oportunidad que me dio el de arriba de dirigir FM Urquiza. No sé qué me deparará el futuro, pero fuerzas, ganas e ideas no me faltan.
Hombre de medios
Carlos Ingrassia también fue docente y formador de locutores en el Instituto Superior de las Comunicaciones Sociales (COSAL). En cada uno de sus trabajos se planteó el mismo objetivo: defender la palabra. “Soy un ferviente defensor de la buena gramática. Lucho para que el servicio audiovisual sea manejado por profesionales preparados que contribuyan a que la gente se eleve y no que se sumerja”, opina el director de FM Urquiza, la única emisora oficial del barrio, que en mayo pasado cumplió 13 años.
-¿Qué beneficios obtendría FM Urquiza con la nueva Ley de Medios?
-Está por verse. La ley es ambivalente y hay que esperar para saber qué queda aprobado y qué no. Uno de los perjuicios que tenemos con la vieja ley es el de las interferencias. Hay un montón de radios truchas, autorizadas entre comillas, que pagan ciertos dinerillos por debajo de la mesa y nadie les dice nada. Yo quisiera saber si la nueva ley va a enmendar esta situación o lo va a seguir encubriendo.
http://www.periodicoelbarrio.com.ar/nota_julio2010.asp?id=13607201014
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