sábado, 9 de mayo de 2009

JAZZ EN MONTEVIDEO


por Ramón Mérica NOTAS EN “EL PAIS DIGITAL”DE MONTEVIDEO
Así como los sábados el Mercado de la Abundancia hierve con los ecos lejanos de Villoldo, Matos Rodríguez, Troilo, Pugliese y Salgán, los jueves despunta sobre las arcaicas estructuras de hierro (ingeniero Leopoldo Peluffo, 1909) una ráfaga de trompetas, saxos, cuerdas y percusión que concita a Duke Ellington, Charlie Parker, Miles Davis y hasta el más evolucionado John Coltrane, sin olvidar a Armstrong ni a Benny Goodman. De una manera un tanto casual, los jueves han convertido al viejo monumento arquitectónico y social en un incipiente templo del jazz.
El responsable de ese descubrimiento sonoro ha sido Eduardo Giovinazzo, 61, mejor conocido como El Pestaña, que luego de más de treinta años en Ginebra, decidió volver a Montevideo, inaugurar una parrilla y desde hace más de un mes volver a su gran amor por el jazz a través de la trompeta. Pero fue mucho más lejos.
—¿Cómo empezó esta idea de los jueves de jazz en la Abundancia?
—Todo empezó con el segundo Jazz Tour de Verano organizado por Philippe Pinet en el Radisson. Allí nos volvimos a encontrar viejos y viejísimos compañeros de los años sesenta y setenta, cuando integrábamos los Chicago Stompers, y nos juntamos con los Hot Blowers, de la misma época, y así aparecieron todos los músicos de la época. Aunque la mayoría vive en Europa, vino Enrique Crespo, vino Wilson de Oliveira, vino "Finito" Bingert de Suecia, vino "Pelo" de Boni de Estados Unidos, Guillermo Facal de Buenos Aires, yo ya estaba acá, y se unió Eduardo Frade, que era el pianista de la época, y a partir de ese momento pensamos que se podía hacer una jam session aquí en el mercadito de la Abundancia. Ya estamos en la cuarta session.
—¿Cuál es la onda estilística de esas sessions? ¿Lo tradicional o todo?
—Ocurre que ya no hay músicos que toquen jazz tradicional. pero hay muchos músicos jóvenes que tocan jazz muy bueno. Los músicos con los que tocamos acá en el mercado son viejos amigos, muy buenos músicos como el Chiche Beya, Daniel Bertolone, el Quique Cano, Santiago Ameijenda, y con ellos se ha producido un encuentro fantástico.
OLD TIMES. —¿Todos provienen de ese templo que fue el Hot Club de Guayabos y Jackson?
—Casi todos venimos de ahí. Y en los setenta también estaba el Círculo Jazzístico en Río Branco y Paysandú; y estaba la Peña de Jazz en Rondeau y Mercedes, que después se trasladó a Convención, entre Soriano y Canelones, en un sótano donde hoy está la Banda Municipal. Ya no existe nada de eso, pero ahora reabre el Hot Club con una nueva sede en Durazno y Jackson dentro de poco tiempo.
—Mientras el tango crece y crece, por lo menos en el Río de la Plata, el jazz ha ido perdiendo fuerza. ¿A qué cree que se debe eso?
—El jazz se nota menos que el tango, pero hoy se cuenta con muchos músicos jóvenes de jazz, y muy buenos, incluso muchos han estudiado en la Escuela de Berklee, con un lenguaje de jazz muy interesante. Hay guitarristas, hay contrabajistas, hay pianistas muy buenos. Lo que menos hay son instrumentos de viento, pero esos jóvenes son la esperanza del jazz que vendrá.
Los musicos se presentan
ENRIQUE CANO "Tengo 57 años, pero de tocar, toda la vida. Estuve muchos años en Europa, volví a Uruguay y me volví a ir, esta vez a México, y me volví en el 85 y ya me quedé. Cuando me preguntan qué está pasando con el jazz, yo siempre les digo que acá siempre hay nuevos músicos, aparecen jóvenes. El jueves pasado aquí en el mercado había un par de chicos jóvenes que tocaban muy bien, andarían por los veinte años, uno tocaba el piano y el otro la batería, y son realmente buenos. A uno le dicen Tatito y el otro es de apellido Labrava. Y así como ellos hay otros. Lo que pasa es que en los últimos años el jazz se ha fusionado mucho con otros ritmos. En mi época éramos más del be bop y del swing, pero ahora los jóvenes se fusionan con lo latino, y eso está muy bueno. A partir de Chick Corea para adelante, se empezó a fusionar lo latino con el jazz, y el resultado está bueno.
santiago ameijeida "Como muchos de mis compañeros, empecé a hacer jazz en el Hot de la calle Guayabos, y hubo alguien que ya no está pero que nos condujo a todos: Paco Mañosa, que además era un muy buen pianista. Era una época en que todos estábamos muy enganchados con el jazz, y fue tan fuerte esa raíz que hasta el día de hoy nos llega a juntarnos, como estos jueves aquí en el mercado. Hoy está el fenómeno de la fusión, de la mezcla del jazz con otros ritmos, pero la gente de mi edad, yo tengo sesenta y un años, no se olvida de aquellos sesenta y setenta donde en Montevideo se hizo mucho y muy buen jazz. Mucha gente cree que el jazz es solamente música americana. No: el jazz es una expresión musical libre, donde el músico libera su expresividad. Yo soy baterista, hago jazz, pero también puedo hacer un candombe o bossa. Es muy importante la improvisación, porque el jazz es desarrollar, dentro de una armonía, las ganas de improvisar y de crear sonidos. Para eso, todos los jueves estaremos acá, por obra y gracia del "Pestaña" Giovinazzo.
daniel bertolone "Tengo cincuenta años y empecé de adolescente a ir al Hot Club de la calle Guayabos, instado por el saxofonista tenor Raúl Lema, en ese sitio donde nos iniciamos casi todos. Si bien han desaparecido los clubes de jazz, yo creo que el mundo del jazz está más saludable que nunca, algo parecido con lo que pasa con el tango. Es que hay conexiones entre el tango y el jazz, sobre todo porque plantean la salud de la música. La salud del tango es la salud del jazz, y por eso ambos van a perdurar. Porque el mensaje de la música es un mensaje de liberación, de relax, de tranquilidad, y por eso la gente disfruta de lo que es jazz, por ejemplo, de lo que significa como música y como espectáculo. La guitarra siempre me ha acompañado, aunque yo empecé con el piano. Y el tango siempre me gustó, lo llevo en la sangre. El tango es como la verdad del Río de la Plata, y eso lo sentí especialmente en los treinta años que estuve fuera del Uruguay. Pero nunca abandoné el jazz".
roberto luis parietti "Yo soy odontólogo, pero siempre me gustó el jazz y estudié piano desde los siete años. Hoy tengo sesenta y tres, y el jazz me sigue envolviendo. Tengo la sensación que hay un resurgimiento del jazz. Quizás sea porque es la música que más me llega, pero hay que tener cuidado: hay gente por ahí que hace música diciendo que es jazz pero lo que hacen no tiene nada que ver. No hablo en contra de la fusión, que tiene buenos ejemplos, pero hay un tipo de música que se anuncia como jazzística y no tiene nada de jazz. Creo tener buen oído porque estudié seis años en el Instituto Falleri-Balzo, y por eso puedo discernir. Yo me acuerdo que en la época de Los Beatles muchos amigos y colegas se morían con Los Beatles, pero yo no. Yo me quedo con las verdaderas raíces del jazz".
raul oscar beya "Yo empecé con la música clásica en el conservatorio de mi madre, María Bonifaz de Beya, y luego hice un año de perfeccionamiento con Hugo Balzo. Yo tenía catorce años, y entonces descubrí que la música clásica no era para mí. El sacrificio era muy grande, y así fue que caí en el jazz, algo que siempre me gustó. Yo tenía un amigo, Santiago Grezzi, que tocaba la batería, y eso ayudó a mi decisión. El era sobrino de Juan Rafael Grezzi, gran estudioso del jazz. Para mí, las décadas del cuarenta y del cincuenta son las preferidas del jazz. Allí están Charlie Parker, Miles Davis, y entre los pianistas están el gran Hancock y Chick Corea, por nombrar algunos. También Bill Evans. Y de compatriotas nuestros siempre me gustó mucho Heber Escayola, Luis Pasquet, Ruben Castro.

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