miércoles, 29 de julio de 2009

LA RCA



Nueva sala para la música
CableVisión recuperó el viejo estudio de grabación de RCA Victor como un auditorio
• Es parte del histórico edificio ubicado en la calle Paroissien, del barrio de Saavedra
• Tendrá capacidad para doscientas personas, aproximadamente
Lunes 17 de noviembre de 2003

Desde marzo de 2004, el antiguo estudio de grabación de la compañía discográfica RCA Victor, ubicado en la calle Paroissien, del barrio de Saavedra, funcionará como un auditorio con capacidad para casi doscientas personas, en el que se realizarán desde conciertos de música de cámara, jazz, tango y folklore hasta programas de radio, con músicos y público en vivo, ciclos de cine y aun desfiles. Las actividades tendrán entrada gratuita, y está previsto que sean transmitidas por televisión y por radio.
La iniciativa es de CableVisión, que en 2001 se mudó al predio donde RCA Victor se había instalado en 1929. Mariano Ibáñez, gerente general de la empresa televisiva, cuenta a LA NACION que cuando descubrieron el lugar, con sus instalaciones originales y su capacidad acústica intactas, nació la idea de reciclarlo como auditorio y recuperarlo como estudio de grabación (ya que también se analiza la posibilidad de volver a grabar discos allí, en un futuro no demasiado lejano).
Comenzaron entonces las consultas con músicos y especialistas en acústica, y las tareas de reacondicionamiento del lugar que incluyeron (además de los indispensables trabajos de reparación y mantenimiento edilicio) la colocación de una parrilla para luces y la construcción de camarines para los músicos y guardarropas para el público, entre otras refacciones. El escenario, por ejemplo, fue diseñado para que pueda adaptarse a diversos usos y concebido para albergar una puesta escenográfica y de luces despojada pero a la vez lo suficientemente atractiva en caso de que el espectáculo sea televisado. Incluso, a la manera de los recitales de rock, habrá cámaras que proyectarán en una pantalla primeros planos y detalles de la ejecución musical que puedan pasar inadvertidos para quienes no ocupen las primeras filas. El costo total de la obra supera los trescientos mil pesos, según la empresa.
La apertura oficial del flamante auditorio está prevista para el 11 de marzo de 2004, con un concierto del Trío Argentino, fecha en que se cumplirán 75 años de la inauguración del histórico edificio. Mientras tanto, a fin de hacer los ajustes necesarios, la sala se pondráa prueba con una serie de conciertos que no estarán abiertos al público, pero que serán televisados el año próximo.
Pequeñas ciudades
Lo mismo que las manufacturas textiles de Barracas o las metalúrgicas de Avellaneda, las dos grandes empresas que se repartieron el negocio del disco nacional durante la mitad del siglo pasado parecían pequeñas ciudades, con calles internas bien trazadas, puentes aéreos, galpones adecuados a cada etapa de la elaboración, oficinas de diseño y estudios de grabación.
La primera que matrizó discos en el país fue Odeón, favorecida por las ventas astronómicas de sus artistas principales, pero RCA Victor ganó la carrera de la infraestructura inaugurando primero la fortaleza industrial donde fabricar no sólo los discos sino también los aparatos para reproducirlos.
Fue en marzo de 1929, un verdadero acontecimiento con la presencia del intendente Cantilo cortando la cinta del edificio que comenzó a cambiar la fisonomía del barrio de Saavedra. Odeón no perdió tiempo y también construyó una planta imponente no demasiado lejos, en la calle Mendoza, de Belgrano.
Competencia feroz
Instaladas como correspondía, las dos compañías continuaron compitiendo ferozmente por el botín que significaba la música popular grabada, en especial el tango, en épocas en que ni la radio preocupaba. Odeón tenía la ventaja de las figuras más famosas -Canaro, Firpo, Corsini y Gardel (Victor terminó robándoselo, con ayuda de la casa matriz)-, pero los de Saavedra también crearon un elenco muy atractivo -Fresedo, De Caro, Rosita Quiroga- que alcanzó el tope cuando Juan D´Arienzo y Libertad Lamarque se volvieron famosísimos.
Otro acierto fue la apertura hacia los aires folklóricos, un rubro que inauguró Andrés Chazarreta, continuaron enriqueciendo Abel Fleury, los hermanos Abalos y Martha de los Ríos, y terminó dándoles las grandes satisfacciones comerciales de Los Chalchaleros y José Larralde, aunque también es cierto que no supieron retener a Mercedes Sosa ni a Atahualpa Yupanqui cuando pasaron por el sello.
En los años cuarenta, incorporando a Aníbal Troilo, D´Agostino-Vargas, Tanturi-Castillo, Domingo Federico, Carlos Di Sarli y Francini-Pontier, la Victor se adueñó del tango. También, de una porción de la música bailable internacional gracias a Luis Rolero, los Hawaian Serenaders, la jazz de Héctor, Santa Anita y los Cotton Pickers de Ahmed Ratip.
Produjeron boleros (Mario Clavell, Elvira Ríos, Chito Galindo), cante flamenco (Angelillo, el Niño de Utrera), pianistas de confitería (Emilio Barbato, René Cóspito) y una cantidad de entretenimiento menor pero inocente, en especial discos de Feliciano Brunelli y Varela-Varelita, que llegó a acompañar en más de una placa a Luis Sandrini.
Esas eran las orquestas criticadas por comerciales, sin sospechar que el gran salto sin retorno a la manipulación comercial lo iba a dar la Victor en 1962, con la instauración del productor Ricardo Mejía, un convencido de que en cualquier parte se podía fabricar mala música pop y venderla con ayuda de la televisión, lo que demostró con el Club del Clan y otros ciclos similares.
Tanto creía en la fugacidad de los discos -editaba long plays que sólo tenían vigencia por un verano- que ordenó destruir las matrices metálicas que la compañía guardaba desde su fundación, transfiriendo unas pocas al inestable soporte de la cinta magnética.
Para enmendar el daño vino después Aquiles Giacometti, un verdadero conocedor que en más de cuatrocientos álbumes rescató el catálogo destruido y construyó uno nuevo, descubriendo a Larralde, resucitando a Goyeneche, grabando lo mejor de Hugo Díaz, convenciendo a Piazzolla para volver al sello y dándoles la primera oportunidad a Dino Saluzzi y el Sexteto Tango.
Best seller
Giacometti tenía cierto poder en 1970, el año en que se construyó el nuevo estudio, y suya fue la discutida decisión de inaugurarlo grabando a la orquesta de Juan D´Arienzo -Palito Ortega era el otro candidato-, no porque estuviera en su mejor momento sino como reconocimiento a su status de gran best seller del sello.
No obstante el equipamiento de primera calidad, la sala permaneció activa durante pocos años, más que nada para registrar playbacks sobre los que luego los cantantes -Goyeneche incluido- colocaban la voz en estudios más económicos de operar y, después de la venta de la compañía al grupo alemán BMG, comenzó a ser alquilada a cualquiera.
Eso es lo que explica que la última vez que se utilizó haya sido para la grabación más extraña realizada en su corta vida: la Marcha Oficial del Mundial ´78 por la Banda Original Columbia dirigida por Armando Patrono. Luego de que Mochín Marafioti, el productor del simple para una etiqueta rival, abandonó la sofisticada sala de control, permaneció abandonada, olvidada, cerrada a la música hasta el día de hoy.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=546020

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